El declive de CiU y el plan B de la Caixa

CARLOS SEGOVIA, EL MUNDO – 27/07/14

· El que fuera presidente de la Generalitat durante 23 años, Jordi Pujol, ocultaba dinero al Fisco mientras pedía a los catalanes que pagaran impuestos. El que fuera su conseller de Hacienda durante cuatro años, Artur Mas, califica el escándalo de «tema privado». El tercer líder del nacionalismo menos radical catalán, Josep Antoni Duran Lleida, tiene a su partido Uniò en quiebra técnica pese a condonaciones de la banca; y ha dimitido como secretario general de la federación en CiU, también en quiebra y con facturas sospechosas.

La degeneración y el declive de CiU hace temer a la alta clase financiera y empresarial catalana un mayor éxito de Esquerra y de otros partidos más radicales, mientras la cita entre Mariano Rajoy y Mas parece más un paripé prevacacional que un intento serio de diálogo.

Mientras todo eso sucede, es comprensible que el presidente de la Caixa, Isidro Fainé, se haya mostrado esta semana aliviado en privado por haber perdido la puja por Catalunya Banc, frente al BBVA. «Menudo problema nos hemos quitado». Eso pese al enfado de la Generalitat, expresado por Francesc Homs, de que la Caixa no haya batallado por quedarse con el grupo de cajas que encabezó en su día la Catalunya Caixa de Narcís Serra, para preservar su «catalanidad».

Para la Caixa no tiene sentido ganar más cuota aún –ya controla más de un tercio– del mercado catalán y encima con el riesgo de que se multipliquen la tensión con los probables futuros desahuciados por el fondo Blackstone, que ha comprado la cartera hipotecaria minorista de Catalunya Banc. Los indignados no van a distinguir quién los desahucia, sino el nombre que ven en la sucursal de Catalunya Caixa que conocen de toda la vida. Ése va a ser un riesgo para el BBVA, ganador de la puja por Catalunya Banc y al que sí viene bien un poco más de cuota en España, aunque sea la convulsa Cataluña, para mejorar un balance en el que México tiene enorme peso. El BBVA asegura al Frob un pago mínimo de 600 millones. El Santander ponía 300 (si le garantizaban créditos fiscales de ¡3.500 millones!) y la Caixa no ponía un euro.

Dicho esto, Fainé asegura que no tiene plan B y que solo prevé un pacto sin secesión. Pero la situación política catalana con perspectiva de radicalización hacia una Esquerra dispuesta a declarar unilateralmente la independencia obliga a la entidad catalana a tener preparada una solución. No hay que olvidar que los famosos 100.000 euros de depósitos en caso de quiebra están garantizados por el fondo del país en que tenga la sede el banco. Los de CaixaBank los garantizaría el fondo de una Cataluña independiente fuera del euro controlada quién sabe si por Esquerra. Hasta ahora los inversores no dan credibilidad alguna a la independencia, pero la Caixa no tendría difícil un plan B con traslado de sede para tranquilizar a sus 12 millones de clientes en toda España. Lo ideal quizá para Fainé sería la fusión con Bankia que lleva décadas ambicionando como saben Blesa y Rato.

El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, es partidario de privatizar su entidad a trocitos, de manera que no sea absorbida por la Caixa ni otro banco. Sin embargo, en el Ministerio de Economía, aseguran que el futuro no está escrito. «No hay un plan preconcebido de venta», responden. Rajoy bendijo en la etapa de Rato el intento de fusión de CaixaBank con Bankia, pero tendría difícil privatizarla en favor del banco catalán si no es lo más rentable para el contribuyente.

De momento, Gobierno y Caixa niegan contacto alguno para esta operación, que sería la más espectacular de la historia político-bancaria de España, pero hay otro plan B posible y más fácil para la entidad catalana. Se llama Microbank. Sin gran trascendencia pública, inauguró su sede social en Madrid el 10 de abril de 2013. Es una pequeña filial de la Caixa que dispone de ficha bancaria y sede en la capital. Bastaría una transferencia de activos desde CaixaBank de Barcelona a Microbank o su futuro nuevo nombre, para entrar en el paraguas de la Eurozona y el Fondo de Garantía de Depósitos.

De momento, el que tenía claro plan B en 1982 era Pujol. En ese año, el Banco de España intervino Banca Catalana con 300.000 millones de pesetas de la época de ayudas públicas. Pujol y su familia eran accionistas del banco quebrado, pero con dinero B a salvo fuera.

CARLOS SEGOVIA, EL MUNDO – 27/07/14