El discurso del miedo

ABC 22/09/16
IGNACIO CAMACHO

· Con esta gente tan moderada quiere pactar Sánchez: tipos que defienden con naturalidad el terror como arma política

CUANDO el enemigo se equivoca, decía Napoleón, no hay que distraerlo. La brecha abierta entre Iglesias y Errejón es una buena noticia para el sistema constitucional que aspiran de forma explícita y confesa a destruir. El pujante surgimiento de Podemos ha sido el factor clave de la crisis política española; sin él no sólo habría Gobierno, sino estabilidad y garantía de alternancia. Un partido de izquierda, otro de derecha y un centro bisagra: la fórmula que ha traído en Europa la mayor prosperidad democrática. Pero el populismo irrumpió como consecuencia de los errores de la partitocracia. Ya es tiempo de que empiece a sufrir el desgaste de sus propias equivocaciones y a pagarlas.

La polémica entre sus líderes responde a una diferencia sobre el modelo y la estrategia que empieza a desembocar en lucha de poder. Bolches y menches: la dialéctica clásica en las fuerzas revolucionarias. Iglesias se niega a asumir el coste de la decepción electoral de junio y lo descarga sobre Errejón, responsable de la campaña. Lo acusa de blando, casi de entreguista, por tratar de camuflar los perfiles agresivos del partido para ensanchar el respaldo entre las clases medias diluyendo su carácter de amenaza. Ambos comparten la misma vocación de hegemonía poscomunista, pero difieren en el método para implantarla. El líder, admirador del terror robespierrino, prefiere acentuar los rasgos de ruptura, inspirar alarma, volver al tono duro y la mística radical del 15-M, agitar el descontento con espíritu de revancha. Quiere un ataque frontal e inmediato contra el orden vigente mientras su número dos –del que en IU dicen que es del PSOE aunque aún no lo sabe– parece conformarse con sustituir en una primera fase a la socialdemocracia.

Pero ese debate estratégico se está trasladando, en Madrid y en otros territorios, a un pulso por el control de la maquinaria orgánica. Si Errejón insiste en desafiar la autoridad pablista tiene las de perder ante un dirigente de liderazgo alfa, que tiende a confundir el poder ejecutivo con el ejecutor. Podemos no se concibe sin Iglesias, dueño carismático de la imagen de marca que no va a tolerar desafíos a su posición de referencia. Por ese camino la cosa pinta a un final de purga, propio de quien proclama su nostalgia por la guillotina como herramienta de resolución de conflictos y profesa por «Juego de Tronos» una fascinación declarada.

Lo inquietante del caso es la naturalidad con que discute sobre el terror como arma política un partido en condiciones de alcanzar el Gobierno. Con esta gente tan moderada quiere pactar Pedro Sánchez: unos tipos que polemizan en público acerca del combustible social del rencor y del ánimo de represalia. Claro que infunden desasosiego; como que están hablando de ruptura de la convivencia. Porque ese miedo al que con tanta franqueza se refieren no es más que la expresión del discurso del odio.