El embrollo navarro

EL CORREO 16/11/14
ALBERTO AYALA

· El portazo de Barcina y el mutis de Podemos en la polémica Navarra-Euskadi aúnan incógnitas al futuro del viejo reyno

Cualquiera podría pensar que el mismísimo Maquiavelo redivivo está diseñando la carrera de obstáculos que va a marcar las elecciones al Parlamento de Navarra de mayo de 2015. Y, sobre todo, las complejísimas negociaciones posteriores para la formación del próximo Gobierno de la comunidad foral.

Después de tres décadas de ejecutivos constitucionalistas –con presidentes de la desaparecida UCD (dos), del PSN-PSOE (otros dos) y de UPN (tres)–, monocolores o de coalición, el futuro político de Navarra es una tremenda incógnita a poco más de seis meses para la cita con las urnas.

Por primera vez desde la restauración de la democracia, esta vez no está casi preescrito de antemano que el nacionalismo vasco vaya a seguir teniendo el acceso vedado al Palacio foral, por su condición de bloque minoritario en la comunidad, como ha ocurrido en las tres últimas décadas. Excepto los once meses que permaneció en el cargo un consejero de EA , entre 1995 y 1996. Jamás la partida se presentó tan abierta ni con tantos actores que se ven con posibilidades de jugar un rol importante y pudiera ser que hasta determinante.

· Pablo Iglesias puede encontrar su primera gran llave política en mayo en la comunidad foral Ni una ‘grosse koalition’ –que el PNV vería «bien» en Madrid en un año– tiene garantizado sumar

Fracturas importantes
En Navarra se han roto demasiadas cosas estos últimos años. No sólo la alianza UPN-PSN, que dejó al Gobierno regionalista de Yolanda Barcina maniatado en su minoría, y que abrió una profundísima sima entre quienes han sido los dos grandes actores políticos de la comunidad desde el último tramo del siglo XX hasta hoy. Escándalos políticos y, sobre todo, la desaparición de la caja de los navarros, la CAN, adquirida por La Caixa a un precio irrisorio (atención: la Justicia ha reabierto esta misma semana las investigaciones al respecto), han dañado el clima de convivencia y el crédito de muchos ciudadanos en sus representantes.

Si semejante cuadro de situación ya dibujaría por sí solo una precampaña apasionante, esta semana se han añadido al cóctel dos nuevos ingredientes. Dos detalles que hacen todavía más difícil vaticinar cuál será el resultado.

El primero, la renuncia por sorpresa de Yolanda Barcina a volver a encabezar la lista de UPN para optar a la reelección, apenas setenta días después de comprometerse públicamente a ello. El segundo, la curiosa, o no tanto, negativa de Podemos, en concreto de uno de sus dirigentes, Juan Carlos Monedero, a desvelar si su formación piensa que Navarra debe seguir siendo una comunidad uniprovincial o si, por el contrario, debe unirse a Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, como ansía el nacionalismo vasco para avanzar en su proyecto de construcción nacional. Ni siquiera si votarían ‘sí’ o ‘no’ a una eventual petición para la convocatoria del referéndum previsto en la transitoria cuarta de la Constitución.

El portazo de Barcina ha significado la reapertura pública de las hostilidades entre los dos sectores que conviven desde hace unos pocos años en UPN: el de la presidenta, que se considera más afín al PP, y el del expresidente Miguel Sanz, partidario de mantener a distancia a los populares y del entendimiento con los socialistas locales. Los afines al histórico líder regionalista han exigido que el nuevo candidato se elija en primarias para así poder medir otra vez sus fuerzas con el sector mayoritario. Los ‘ barcinistas’, que controlan todos los órganos del partido, han rechazado la idea con cajas destempladas.

Un nombre no quemado
Serán, pues, la presidenta y los suyos quien designen a final de este mismo mes al candidato navarrista. Se busca un nombre que no esté quemado. Sin el desgaste que acumula Barcina, tras años siendo el blanco de una descarnada campaña contra su persona auspiciada por la oposición al unísono. El objetivo, obtener un resultado al menos aceptable que abra siquiera numéricamente la puerta a lo que con Barcina sería imposible: el reencuentro con el PSN-PSOE. El actual consejero navarro de Administración Local y exalcalde de Aoiz, José Javier Esparza, parece seguir en cabeza de la carrera.

Dos palabras, gran coalición –‘grosse koalition’ en alemán, país cuyo actual gobierno es fruto de un pacto así entre sus dos grandes partidos, los democristianos de Angela Merkel y los socialdemócratas de Sigmar Gabriel–, tienen muchísimos boletos para encabezar el diccionario político en 2015. En España, donde desde importantes sectores se ha empezado a empujar y se empujará todavía más en favor del entendimiento entre PP y PSOE para espantar el fantasma Podemos. Una opción que en Sabin Etxea se ve «con buenos ojos» pensando en la negociación del nuevo estatus para Euskadi, «que es un pacto para el acuerdo y no para la ruptura», insisten. Pero también en Navarra.

Desde ya la primera gran pregunta la noche del 25-M en Pamplona, pero también en Bilbao, San Sebastián o Vitoria será: ¿UPN y PSN, más PP y UPyD si logran representación, suman mayoría? ¿La suman las coaliciones nacionalistas? ¿O es Podemos quien, en su debú en las urnas, se queda con la llave para decantar el color del siguiente Gobierno foral?

Aunque Pablo Iglesias y los suyos sólo tienen ojos y mente para las generales de finales 2015, el líder de Podemos puede encontrar en mayo en Navarra la primera llave política importante de su vida y de la historia de su proyecto. Un caramelo que puede ser dulce, pero que podría convertirse en venenoso.

El cuaderno Podemos se va completando muy lentamente. Tiene todavía muchas, muchísimas hojas en blanco. Sabemos sí que son federalistas, que están por el derecho a decidir y que no son independentistas. También que teóricamente no ponen pegas a pactar con nadie, ni siquiera con los herederos de Batasuna, si hay un acuerdo de programa. Pero ellos mismos no desvelan cuál es su posición en el contencioso Navarra-Euskadi. Ni si se unirían a las fuerzas abertzales para convocar el referéndum que prevé la Constitución para que los navarros decidan su futuro. «Minucias nacionalistas», ha declarado esta semana Monedero en Euskadi para sacudirse las incómodas interrogantes de este periodista.

Sospecho que Iglesias no permitirá que su partido se meta antes de hora en jardines que puedan suponer arriesgar votos en las generales. Pactar con la izquierda abertzale podría llegar a serlo. Veremos cómo se van rellenando tantas páginas en blanco.