El ex honorable

IGNACIO CAMACHO, ABC – 27/07/14

· En 34 años no encontró momento, ocupado en su destino manifiesto. La gente no sabe el trabajo que da construir una nación.

QUE no encontró momento, dice. En 34 años. En 34 declaraciones de Hacienda no hallaba Jordi Pujol el instante ni el modo de consignar que tenía una pasta en Suiza; quizá le faltaban asesores para indicarle la casilla en la que se pone eso. O estaba ocupado, sugiere, con la política, entregadito al designio sagrado de rescatar al pueblo cautivo de Cataluña. La gente no sabe el trabajo que da construir una nación. Te pones a ello y se te olvida todo lo demás: ordenar el armario, ir al cine, salir con amigos, llevar el coche a la ITV. (Bueno, esto no porque la ITV la manejaban en casa). Cómo se va a acordar un prohombre enfrascado en su destino manifiesto de algo tan pedestre como una cuenta en el extranjero.

Con razón don Florenci desconfiaba de su prole. Le parecía al bueno del patriarca Pujol que su hijo andaba entregado a una actividad poco seria, aleatoria y evanescente. Por eso puso la herencia a nombre de su nuera y de sus siete nietos, que no era cosa de dejarla en manos de un vástago tarambana. Doña Marta Ferrusola sí era de fiar, una mujer bien práctica. Los nietos también le salieron algo zascandiles al abuelo Florenci, aficionados al poder, al tráfico de influencias y al politiqueo, aunque heredaron el gusto por trajinar dinero en paraísos fiscales; sólo que Andorra les pillaba más cerca del terruño. Ellos se ocupaban de esas cosas prosaicas mientras el progenitor se dedicaba a sentar las bases de un Estado.

—Oye, ¿y no habría que decirle algo de esto a papá?

—Déjalo, no lo molestes, que está construyendo la patria.

Y en eso de hacer una patria se les olvidó el patriotismo fiscal, mecachis. O quizá no se fiaban del consejero de Hacienda, un tal Artur Mas, al que no acababan de ver claro. Luego, cuando el cabeza de familia se liberó del yugo del liderazgo patriótico, ya no era cuestión de dar el cante, no fuera a ser que los inspectores de la UDEF se tomaran a mal un silencio tan largo. —¿La UDEF? ¿Qué coño es eso de la UDEF? Y así iba la cosa, tirando de añito en añito mientras la Catalunya trionfant se tornaba rica y plena sin necesidad de tener que devolverle la panoja del abuelo Florenci. Total, para que el Estado opresor se los gastase en los parados andaluces con el cuento de las balanzas fiscales. Si al menos hubiese existido un concierto económico que diese garantías de que se quedaban en buenas manos. Hasta que el otro día el ex Honorable repasaba papeles y le debieron de aparecer los extractos suizos. Andá, los donuts.

Con cara compungida de buen catalán tuvo que hacer la confesión de parte, no fuera nadie a pensar que Pujolensroba. «Pido disculpas si alguien se ha sentido defraudado en su confianza». No hace falta ser tan ambicioso, president. El fraude real no ha sido tanto de confianza como de dinero.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 27/07/14