El Gobierno central tiende la mano al diálogo, pero «dentro de la legalidad»

EL CORREO 22/04/14

· Urkullu lamenta escuchar solo «críticas y lecciones» de quienes han «vaciado de contenido» el Estatuto y pide abordar ya el «problema» del estatus

Euskadi vivió ayer un Lunes de Pascua de resaca política. La que dejaron los discursos dominicales del Aberri Eguna del lehendakari Iñigo Urkullu y del presidente del PNV, Andoni Ortuzar, que abogaron por abrir «ya» los ojos «a la realidad» y abordar el encaje de Euskadi en España a través de un nuevo estatus político que propicie una relación bilateral con garantías y en pie de igualdad, inspirada en un modelo de tipo confederal. La respuesta del Gobierno central y del PSOE estuvo en línea con las apelaciones a la negociación y el acuerdo que hicieron los jeltzales, pero, a la vez, fue meridianamente clara. Nada de portazos ni de amenazas, pero tampoco, ni mucho menos, el ‘folio en blanco’ que desearía el PNV. Diálogo, sí, pero dentro de los marcos legales establecidos.

Desde Uzbekistán, donde se encuentra de visita oficial, el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, recogió en nombre del Ejecutivo central el guante del lehendakari y mostró plena disposición a un diálogo «absolutamente necesario para ir adaptando la realidad política» a un contexto social que cambia «a enorme velocidad».

Eso sí, con dos límites muy claros. El diálogo, dijo el ministro, debe ser «leal y dentro de la legalidad»; es decir, ceñido a las previsiones que la propia Carta Magna marca para su reforma y, además, debe incluir «a todos los territorios que forman la nación española» porque «las decisiones de uno a todos afectan». El ministro Margallo rescató así el argumento con el que el Congreso despachó la propuesta catalana para que le fuera delegada la potestad de convocar referendos –que la soberanía reside en el pueblo español por mandato constitucional y no se puede trocear– y echó así por tierra, aunque solo de forma implícita, las aspiraciones del PNV y del lehendakari de mantener una relación bilateral de tú a tú.

Más claro fue aún el PSOE que, a través de su secretario de Organización, Óscar López, respondió a los jeltzales de forma inequívoca: «Todo lo que tenga que ver con fomentar el diálogo, sí; lo que propone el PNV, no». El ‘número tres’ de los socialistas rechazó así la propuesta de pactar un nuevo estatus basado en la actualización de los derechos históricos amparados por la Constitución y remitió a los peneuvistas a la iniciativa socialista de avanzar hacia el federalismo a través de una reforma de la Carta Magna. En ese sentido, fue también muy explícito el portavoz del PSE, José Antonio Pastor, que emplazó a nacionalistas vascos y catalanes a sumarse a la que «probablemente» sea la «única solución y salida» para un encaje «adecuado» en el Estado. «No consideramos la Constitución ni un fetiche ni un tótem inamovible», recordó.

En un tono de confrontación netamente preelectoral, Pastor descalificó el mensaje del PNV en el Día de la Patria Vasca por «confuso, equívoco y engañoso» y exigió a los jeltzales una vez más que aclaren sus reivindicaciones. «Menos huidas hacia delante y más concretar propuestas y ponerse a trabajar», advirtió el dirigente de los socialistas vascos, que aconsejó al lehendakari que, en vez de hablar de «esencias identitarias», se «ponga las pilas» y se dedique a «lo que corresponde, que es gestionar los problemas de los ciudadanos de este país».

Parecido ‘recado’ le envió el popular vasco Borja Sémper, que le pidió «sensatez», que «se ponga a gobernar y gestionar» y que deje de «enarbolar banderas». Euskadi, resumió, no tiene un problema con el resto de España sino la necesidad de ver «cómo nos organizamos para ser más competitivos».

Al principal destinario de los mensajes políticos de ayer, obviamente, no le gustaron. Y eso a pesar de que en Ajuria Enea se contempla con expectación la disposición del PSOE a explorar una reforma constitucional en clave federal, máxime si los socialistas regresaran a La Moncloa tras las próximas elecciones generales. Para Urkullu y el PNV, lo importante no es el nombre que se le quiera poner al modelo –confederación, un espejo cada vez más raro, porque ni Suiza funciona en realidad como tal, o Estado federal–, sino el «contenido» del nuevo estatus que se acuerde, que, insisten, debe garantizar una bilateralidad efectiva y respetar los derechos históricos.

Una patada al balón
En una entrada en su página pública de Facebook, el lehendakari lamentó escuchar ayer solo «críticas y lecciones» tras su discurso del Aberri Eguna. Un mensaje que hizo extensivo al PP, PSOE y, sin citarle, al fiscal superior del País Vasco, Juan Calparsoro, que advirtió ayer de que, en caso de secesión, Euskadi y Cataluña quedarían fuera del paraguas de la UE. Urkullu puso en evidencia a quienes no tienen en cuenta su oferta porque, dijo, son los mismos que «no respetaron» el Estatuto aprobado por el Parlamento catalán, los que nunca ven el «momento oportuno» para abordar las reivindicaciones vascas o quienes han «vaciado de contenido» el Estatuto de Gernika «mediante leyes básicas».

«Miembros de la Justicia vasca hablan de política, pero todavía no les he oído decir ni una sola palabra sobre el incumplimiento flagrante y sistemático de una ley orgánica como es el Estatuto de Autonomía», replicó a Calparsoro. Por todo ello, el jefe del Ejecutivo volvió a instar a abordar ya «el problema» del nuevo estatus, y hacerlo desde la ponencia de autogobierno del Parlamento vasco. «Los problemas no se resuelven pegando siempre una patada al balón hacia delante», advirtió el lehendakari, que invitó a leer su intervención del Aberri Eguna «de la primera a la última palabra».

Para la izquierda abertzale, en cambio, las propuestas de Urkullu se quedaron cortas, como era de esperar. A través de una nota, Sortu advirtió que «los discursos de convivencia con España» que hace el PNV «llevan a este pueblo a un callejón sin salida». Frente a un Estado «inmerso en una estrategia de odio, agresividad y sabotaje al nuevo escenario», solo una ‘vía vasca’ «basada en la unilateralidad» permitirá «superar barreras que parecen infranqueables».