El gran zascandil

IGNACIO CAMACHO, ABC – 01/03/15

· No hay nada que le guste más a Zapatero que zascandilear, enredar con su sonriente y líquida soltura de diletante.

¿Dónde debe ir de viaje un socialdemócrata posmoderno? ¿A la Suecia del postbienestar? Frío. ¿A la Escocia del laborismo incrustado en el laberinto secesionista? Negativo. ¿A la Italia de la tercera vía de Matteo Renzi? Quia. Ni siquiera al Chile de Bachelet ni al conflictivo Brasil emergente de Dilma. El socialista europeo guay, el verdadero representante de la izquierda líquida, el genuino seguidor del republicanismo cívico ha de exportar su visión transformadora del mundo, como un nuevo Regis Debray, a los países donde se hace realidad el sueño del hombre nuevo contemporáneo: a los regímenes de la fraternidad bolivariana. A la prometedora Cuba de Raúl Castro, a la dinámica Bolivia del compañero Evo Morales. A los laboratorios de la fecunda ingeniería política del igualitarismo del siglo XXI.

Y allá se fue derechito Zapatero, donde no osan asomar los dirigentes de Podemos, a estrechar lazos de hermandad transoceánica con la compañía y los buenos oficios del nunca bien ponderado Moratinos, joya de nuestra diplomacia. Sostienen las lenguas de cuatro filos del conspirativo Madrid que la agenda de su periplo latinoamericano obedecía a intereses lobbystas relacionados con la energía del gas y el petróleo. Pero eso es desconocer la naturaleza esencialmente diletante del hombre que fue capaz de descalabrar al mismo tiempo el futuro de su partido y el de España.

No hay nada que le guste más a ZP que zascandilear, embrollar, armar lío aventurero entre juegos de aprendices de brujo. Y en los últimos tiempos, pasada la convalecencia del ataque de discreta sensatez que sufrió tras abandonar el poder, ha vuelto con gran soltura a recorrer la senda que mejor transita. Lo mismo enreda reuniéndose de tapadillo con Pablo Iglesias que poniéndole zancadillas a Pedro Sánchez; igual se baja a la Guinea del dictador Obiang, otro notable paladín de la nueva democracia, que se prende en la solapa la Orden del Cóndor de los Andes, toma castaña.

Ahí está el tío, radiante, sentado con su esplendorosa sonrisa de Giocondo desplegada ante el fósil de Castro. No junto a los disidentes cubanos, no junto a Murúa, Yoani o Elisardo; no junto a sus pobres correligionarios socialdemócratas que se enfrentan al régimen sin posibilidad de firmar contratos. El Gran Zascandil en La Habana, huésped de honor en el Palacio de la Revolución que no se atrevió a visitar como mandatario. Su especialidad: en el sitio menos adecuado en el momento más inoportuno. Intrigando junto a los patrocinadores del populismo que amenaza la viabilidad del PSOE como partido de Estado.

Y sin traerse, siquiera para justificar la gira, una vaga promesa de liberación de un solo preso político cubano. Ligero de equipaje, como de costumbre: estupendo, feliz, risueño, fantástico. Por no ocupar espacio en su maleta, ni el visado que le quitaron al bueno de Luis Yáñez se trajo.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 01/03/15