El más allá

ABC 18/09/14
DAVID GISTAU

· «Gallardón habló con Rajoy y con Sáenz de Santamaría a través de una médium»

La diputada socialista Carmen Montón tuvo ayer un papel meramente instrumental. Como una médium cuando conecta a personas que están en diferentes dimensiones. Montón aspiraba a su pequeña porción de lucimiento propio, postulándose como centinela de la libertad de las mujeres contra esos «túneles del tiempo» por los que puede perderse como por un sumidero. Pero, se diera o no cuenta, Gallardón no habló con ella. Habló con Rajoy y con Sáenz de Santamaría a través de una médium. Y les dijo lo siguiente. Que el gobierno sí lo hace, pero que él no cambia valores o convicciones por expectativas electorales. Que el gobierno no lo hace, pero que él sí apechuga con las encuestas negativas cuando se trata de un principio moral. Que su reforma no fue una ocurrencia, sino que figuraba en el programa y luego fue el resultado de un trabajo jerarquizado del Consejo de Ministros del que ahora reniega la cúpula. Gallardón alimentó luego la incertidumbre con su fórmula de despedida: «No sé dónde nos vamos a encontrar». Mientras, la vicepresidenta aplica al caso Gallardón la misma técnica evasiva ensayada con Bárcenas: se niega a arañarse entrando en ello ni aunque le pregunten directamente, cosa que hizo Hernando en una intervención en la que también la conminó a dejar de escaquear las consecuencias de las decisiones de un gobierno que ya lleva años ejerciendo en los errores socialistas de la «herencia recibida», que a estas alturas ya sólo es la trampa dialéctica de quien prefiere no dar explicaciones de lo propio.

La sesión de ayer fue también la que escogió Pedro Sánchez para empezar a sacarse la fama de guapo –de guapo correcto, inofensivo y con buena dicción, como un hombre del tiempo– y optar a la de chungo con pegada. «Anda, pero si Ken ruge», dijo una amiga con más maldad congénita que Sánchez. Con su protesta contra la ley fiscal que favorece al 10% de las rentas más altas y ubica todo el peso recaudatorio sobre las familias trabajadoras, Sánchez intentó, por una parte, arrebatarle a Rajoy el paladinazgo de las clases medias que éste le robó a Zapatero cuando fue a fotografiarse a una cola del paro. Por otra, recordar a los votantes socialistas que puedan haber escorado hacia Podemos que en la socialdemocracia se vivirán menos aventuras, pero también hay conciencia social e incluso rencor social, si hace falta. Es decir, que esas cosas las pueden conseguir en el voto de fidelidad matrimonial, no hace falta ir a buscarlas en el adulterio con los castigadores de la redención que han entrado en la izquierda como un macho priápico en una urbanización residencial de extrarradio. Rajoy sólo le respondió con los tres millones de parados fabricados por Zapatero. Lo dijo con una convicción admirable para un hombre que ha agregado 800.000 a esa cifra.

El referéndum de Escocia sobrevoló el Hemiciclo, donde a Margallo le ha quedado ya adjudicado el rol de Espartero cuando dijo que a Barcelona hay que bombardearla cada cincuenta años. La discusión fue otra vez entre ley y legitimidades emocionales, entre integración y fragmentación en el seno de la UE. En esto estamos donde siempre. Pero aún se hace insufrible ver a un filoetarra, en este caso Errekondo, tomar la palabra para dar lecciones de democracia y ley en un parlamento que representa a la sociedad que sufrió tanto por el terrorismo.