El nacionalismo, en su laberinto de «suma cero»

ABC 2/12/12

La base electoral del nacionalismo catalán no despega. Se mantiene casi idéntica que en 2010

El electorado catalán no se ha radicalizado en proporción a como lo ha hecho el discurso de los partidos nacionalistas. Apostar por la ruptura con el resto de España ha dejado unos rendimientos raquíticos en comparación con el esfuerzo puesto por los dos principales partidos que se han abrazado al independentismo como apuesta. Desde hace años, la suma de CiU y ERC no crece, por mucho que la deriva soberanista se multiplique desde las candidaturas. De hecho, CiU y ERC han quedado electoralmente anclados en su particular laberinto nacionalista, con un juego de suma cero en las urnas desde hace años.

El pasado domingo, CiU y ERC, compitiendo por el independentismo, sumaron un 44,36 por ciento de los votos. En las elecciones de 2010, un 45,43 por ciento. En las de 2006, aprobado ya el «Estatut» que en gran medida se planteó como un peldaño más en la escalada soberanista, entre ambos concentraron el 45,55 por ciento de apoyo electoral.

ERC y CiU se movieron históricamente en «mercados» electorales distintos. Esquerra con la izquierda nacionalista primero, en los 80; a partir de los 90 imprimió más el sello abiertamente independentista, que fraguó con sus tesis aplicadas al tripartito en el que participó un PSC que le dio espacio y oxígeno.

Por su parte, CiU se movió en el centro-derecha, con un nacionalismo entre medido y comedido desde los 80, identitario pero sin un abierto rupturismo. Mientras eso ocurrió, CiU acaparó ampliamente el voto nacionalista y se convirtió en preponderante. Eran los «moderados»; ERC la más centrífuga. El problema para CiU ha aflorado cuando ha difuminado su antes nítida frontera con ERC.

El hundimiento de la experiencia del tripartito abrió varios caminos posibles para CiU: apostar por su tradicional discurso; o caminar por el incierto camino del soberanismo confiando en ampliar sus bases. Artur Mas optó por esta vía. Pero al final CiU le ha dado oxígeno a ERC.

Pero, ¿ha crecido en su conjunto el nacionalismo catalán en las urnas? Esencialmente, no. Sumando todo el voto nacionalista-soberanista de CiU, el más rotundamente independentista de ERC y CUP, y todo el eco-nacionalista de ICV, el domingo alcanzaban el 59 por ciento. Y va de suyo que ni todos los votantes que han apostado por CiU, ni todos los que lo han hecho por ICV son primordialmente rupturistas. ¿Más que antes? Básicamente no, pese a que han sido muchos más los que han acudido a votar.

En las elecciones de 2010, la suma de CiU, ERC, ICV y minoritarias candidaturas independentistas, rozó el 58 por ciento, prácticamente igual que ahora. Y hace veinte años, en 1992, con un escenario bien distinto, una abstención del 45 por ciento y el voto nacionalista concentrado en una CiU comedida, sólo la suma de sus votantes con los de ERC rozaban el 55 por ciento. En 1984, entre ambos concentraron el 51,21 por ciento; también más que ahora.

Es una dinámica de suma cero: el apoyo electoral al agregado nacionalismo-independentismo no despega, ni siquiera con los esforzados discursos que han intentado sacar tajada de la crisis económica en clave soberanista.