El PNV ve con inquietud el efecto de Podemos en las alianzas tradicionales

EL CORREO 30/11/14

· Los jeltzales se conjuran contra el escenario que se abriría en Euskadi con un PSE debilitado mientras crece su alejamiento con el PP

Desde la página 32 BILBAO. El PNV no es ajeno al huracán Podemos. En Sabin Etxea «no preocupa pero sí ocupa» el efecto que la irrupción en Euskadi de la emergente formación de izquierdas puede provocar en el clásico cuadrilátero vasco, que, si se confirma el empuje de los de Pablo Iglesias, podría tener los días contados. El tablero conformado por cuatro sensibilidades políticas –dos siglas abertzales y dos no nacionalistas– en proporción favorable a los primeros aunque equilibrada, ha permitido al PNV basar su estrategia a corto y medio plazo en el acuerdo transversal con el PSE, e incluso en una propuesta política de reforma del modelo territorial al estilo de una segunda Transición que entronca con la aún críptica iniciativa socialista de modificación constitucional federal.

No obstante, si los socialistas vascos quedasen seriamente tocados por el partido de Iglesias, aupado a la categoría de fenómeno político por su sorprendente tirón en las encuestas –ha arrasado como primera fuerza en un reciente ‘Navarrómetro’, al que el PNV concede escasa credibilidad por falta, dicen, de ‘cocina’ seria–, la tradicional alianza con el PSE sería insuficiente para la estabilidad de cualquier Gobierno encabezado por la formación de Andoni Ortuzar.

Ésa es la principal inquietud del PNV a la hora de anticipar el análisis de los dos cruciales años que quedan hasta las elecciones autonómicas de 2016, precedidas por unas municipales y forales, la próxima primavera, que empezarán a dibujar el nuevo escenario y propiciarán, una vez se cierren las urnas, el ‘destape’ de unos y otros, sobre todo en materia soberanista. Podemos, favorable al derecho a decidir pero también a la unidad de España, aún no ha confirmado si concurrirá y, de hacerlo, con qué fórmula o al calor de qué plataforma.

Se sabe, de momento, que las organizaciones vecinales agrupadas en Ikune y la alianza de Ezker Anitza y Equo en la naciente Irabazi tratarán de competir con las fuerzas tradicionales, que en Euskadi, cree el PNV –al igual que en Cataluña y allí donde los nacionalismos tienen un papel histórico preponderante–, no se ven tan amenazadas por la pujanza de Podemos como en el resto de España. Eso sí, en Sabin Etxea son muy conscientes de que, aunque «el camino será largo» para Podemos y el desgaste mediático también, un partido recién llegado que aspira a ‘morder’ entre un 15% y un 20% de la tarta política, no debe, en ningún caso, subestimarse y menos aún cuando ejerce de canal de drenaje de la indignación ciudadana ante la crisis, el desempleo, las corruptelas y el butal nivel de descrédito de la política al uso.

«No nos engañemos, esto no es una isla. No nos dormimos en los laureles. El paro aquí es también un problema muy grave y la corrupción, aunque ni de lejos es tan asfixiante como en el resto del Estado, también tendrá su impacto en el electorado», analizan en el cuartel general del PNV, que no ha sido especialmente beligerante en público con Podemos, convencido de que los ataques furibundos de la ‘casta’ no hacen sino abrillantar su aura. El PNV, mucho más crítico en privado, ya ha empezado a lanzar dardos, como hizo Ortuzar al reprocharles que su cruzada contra las ‘puertas giratorias’ limite en la práctica el ejercicio de la política a «profesores universitarios y funcionarios».

Los estrategas del EBB prevén un gancho importante de Podemos en áreas urbanas y una fuga de votos hacia su saca desde todos los partidos, incluido el suyo, aunque están convencidos de que quien sufrirá sobre todo las consecuencias son el PSE, las fuerzas progresistas minoritarias y una izquierda abertzale que «verá limitadas sus expectativas de crecimiento». En definitiva, anticipan que Podemos pondrá techo a EH Bildu al ‘robarle’ el voto netamente antisistema de la juventud de izquierdas, aunque descartan, en principio, hipotéticos acuerdos de gobernabilidad entre ambas formaciones pese al ritual de cortejo que ya ha iniciado Sortu. ¿La razón? El estigma que para Podemos supondría pactar con los independentismos cuando su aspiración confesa es el palacio de La Moncloa.

Los jeltzales insisten en que están en mejor disposición que el resto para afrontar el tornado y en que su principal desvelo es el nuevo reparto de escaños, los equilibrios de fuerzas y sus consecuencias. «Euskadi necesita un PSE fuerte», admiten sin tapujos en el Euzkadi buru batzar, consciente de que su margen de maniobra se acota cada vez más al paso ‘a deux’ con la formación de Idoia Mendia, salvo giro brusco hacia la unidad abertzale con Bildu. Eso, dicen, no pasará, ni en el corto ni en el medio plazo, aunque si la «cerrazón» del Estado con la reforma territorial se perpetuase, se abrirían, creen, algunas incertidumbres.

Zona glacial
Tampoco la alianza estratégica con el PP de Arantza Quiroga parece, hoy por hoy, una opción realista. La ruptura del preacuerdo presupuestario en Bizkaia por la denuncia contra el exalcalde de Leioa, Eneko Arruabarrena, por la adjudicación de las obras de un polideportivo ha devuelto las relaciones PNV-PP a la zona glacial, después de un leve pero efímero acercamiento tras el culebrón veraniego de la financiación de los batzokis. Fuentes oficiales del partido acotan estrictamente el ‘divorcio’ a las Juntas vizcaínas y niegan que pueda afectar a posibles acuerdos en otras instituciones, especialmente en Álava y Vitoria. No obstante, es evidente que la ‘entente cordiale’ de la etapa de Antonio Basagoiti es cosa del pasado y que, hoy por hoy el PSE ha alcanzado el pedigrí de potencial socio único de Sabin Etxea.