El president pedirá por última vez a Rajoy una consulta legal antes de anticipar los comicios

EL CORREO 11/11/14

· El jefe del Gobierno catalán redobla la presión sobre Esquerra para encabezar una lista unitaria soberanista en unas plebiscitarias
· El líder de Convergència sabe que las posibilidades de acordar algo con Rajoy son prácticamente nulas

 Artur Mas hará un último intento de convencer a Mariano Rajoy para que autorice un referéndum vinculante sobre la independencia de Cataluña. Será una tentativa llena de escepticismo, pero la hará. Si el resultado es el esperado fracaso, disolverá el Parlament y convocará elecciones anticipadas plebiscitarias con la intención de construir una mayoría soberanista que avance hacia la segregación de España.

El presidente catalán dice que prefiere alcanzar un acuerdo con el jefe del Ejecutivo central porque es «mejor dialogar y pactar los términos de un referéndum legal». Pero de no ser así, asegura que no le temblará el pulso para firmar el decreto con el adelanto electoral, aunque esa solución desemboque en un escenario político mucho más complicado para todos. Sus cálculos son que unos comicios plebiscitarios con una sola lista de todo el soberanismo, con un programa de un solo punto (la independencia) y encabezada por él obtendría una mayoría suficiente bien para negociar la separación amistosa de España, bien para que el Parlamento de Cataluña proclame de forma unilateral la independencia.

El líder de la Generalitat se siente más fuerte que nunca tras el, según sus palabras, «éxito total» del 9-N. Fuerte para hablar con Rajoy, pero fuerte también para imponer sus condiciones al frente soberanista, reacio a dialogar nada con el jefe del Ejecutivo central y partidario de ir a las elecciones «cuanto antes», como dijo el máximo responsable de Esquerra, Oriol Junqueras.

Mas dará a conocer hoy sus ideas, cuando comparezca tras la reunión de su gabinete, pero desde Convergència adelantaron el camino a seguir. El ‘número dos’ del partido, Josep Rull, apuntó que las tentativas con el presidente del Gobierno tienen que ser breves y no pueden extenderse más allá de «una o dos semanas». «Esto no se va a eternizar», apostilló el portavoz convergente en la Cámara autonómica, Jordi Turull.

El presidente catalán sabe que las posibilidades de acordar algo con Rajoy son casi nulas. El mejor exponente, a su juicio, de esa postura intransigente es que el presidente del Gobierno delegó el domingo en el ministro de Justicia la respuesta al 9-N. Toda una declaración de intenciones de que para La Moncloa se trata de un problema jurídico y no político. Pero Mas sigue fiel a su estrategia de explorar todas las posibilidades y cargarse de razones para tomar decisiones drásticas que no quiere adoptar de entrada. Lo hizo en julio pasado en su última vista a La Moncloa, cuando trató sin éxito de acordar un 9-N legal, y lo va a volver a hacer ahora.

Un gesto de respeto político que causa desagrado entre sus aliados. Esquerra defiende que la vía de la consulta popular pactada está agotada y que la senda correcta es hacer unas elecciones plebiscitarias, pero sin lista única, y confeccionar después un gobierno de concentración independentista en Cataluña. Un planteamiento al que se apuntan la CUP y la poderosa Asamblea Nacional Catalana, aunque esta no se define en lo que respecta a la candidatura unitaria.

«Candidatura de país»
Solo Unió, el socio menor de CiU, está de acuerdo con la vía negociadora, aunque no comparta la tesis de los comicios anticipados porque es «el momento de gobernar, no de elecciones», señaló su secretario general, Ramón Espadaler. Unió ya ha anunciado que si cuaja la fórmula de la lista única con Esquerra abandonará el barco de CiU, en el que ha navegado junto a Convergència desde 1980.

Mas hará lo que esté en su mano por evitarlo, pero está convencido de la bondad de la candidatura unitaria, «candidatura de país», dicen los convergentes. Está empeñado además en liderarla y ahora, tras la votación del domingo, tiene más razones. Ha vencido la secular desconfianza de Esquerra hacia él y su blandura al no ceder y celebrar la consulta, aunque fuera un sucedáneo, frente a la negativa del Gobierno de Rajoy y la suspensión del Constitucional.

Junqueras tiene pocos argumentos para oponerse, salvo el de exigir que, tras las elecciones adelantadas, el Parlament apruebe una declaración unilateral de independencia, un paso con el que por ahora Mas no comulga. Prefiere que se abra una negociación con el Gobierno central para pactar los términos de la separación.

La resistencia de los republicanos es muy comprensible pese a las circunstancias favorables a la unidad. Los sondeos constatan que Esquerra sería la primera fuerza en unas elecciones adelantadas, mientras CiU mantendría su tendencia a la baja. Convergència, sin embargo, considera que esos datos son anteriores al 9-N, un hito que ha relanzado la carrera del presidente catalán ya que, en su opinión, ha derrotado a Rajoy y toda la maquinaria del Estado. «Yo me veo siendo candidato» de la lista unida del soberanismo, dijo el propio Mas poco antes de conocerse los resultados de la convocatoria del domingo.