El PSOE y la Reforma Laboral

EL MUNDO 27/02/17
SANTIAGO GONZÁLEZ

PEDRO Sánchez sigue en campaña para las primarias en las que quiere ser proclamado secretario general del PSOE. Cada vez que aparece en uno de los actos públicos que la integran, sus adeptos gritan con mucha convicción «¡no es no!», una de las más palmarias tautologías que ha alumbrado la vida política española. Luego han continuado por la misma vereda: no a Mariano Rajoy y no a la reforma laboral.

Patxi López, el segundo candidato, ha hecho una enmienda radical al eslogan de Sánchez, en la que acierta a destacar como un error haber transformado el «no es no» en un proyecto.

La Comisión Europea tuvo una posición muy favorable a España en un informe realizado el año pasado: «Las reformas adoptadas entre 2012 y 2014 parecen haber amortiguado la caída del empleo y haber acelerado su recuperación». Como casi todas las proclamas en la política española, el «no a la reforma laboral» de Sánchez y López adolece de inconcreción. Es asunto éste que no han acabado de resolver los economistas, aunque uno, así a ojo, tiende a confiar más en el dictamen de la Comisión que en un pálpito de Sánchez o de López, aunque el primero vaya acompañado por el soporte lógico de Adriana Lastra y el segundo se apoye en el talento de otro López, Oscar.

Sería interesante que se pronunciara con claridad Josep Borrell, que es el más alfabetizado de los partidarios de Sánchez y que tiene la ventaja de saber de qué habla, porque reformas laborales, las que hizo Felipe González en noviembre de 1984 (Ley 32/84), corregidas y aumentadas por el Real decreto de abril de 1992, y el de 1994, (leyes 11 y 14/94) que legalizaron las Empresas de Trabajo Temporal (ETTs).

No sé si recuerdan la época, pero si no para eso estamos. En la reforma laboral del 84, impulsada por Joaquín Almunia, que era el ministro de Trabajo, Borrell era secretario de Estado de Hacienda. Durante las otras dos grandes reformas laborales del socialismo, la de abril de 1992, materializada por un R.D. que recortaba el subsidio de desempleo y su duración, y la siguiente, la de 1994, Borrell era ministro de Obras Públicas. O sea, que alguna experiencia tiene en materia de aprobar reformas laborales. Sánchez tiene menos experiencia en casi todo, pero puede preguntarlo en casa, porque su esposa, Begoña Gómez, algo sabe de eso.

¿Por qué se opone Pedro Sánchez a la reforma laboral del PP? Porque no es no, no hay que darle más vueltas. Pedro es de izquierdas y don Mariano, de derechas, eso es todo. Naturalmente, para el gran tautólogo, política de izquierdas es lo que hacen las izquierdas y política de derechas, es decir, recortes, es lo que hace la derecha. Esto es así, porque todo el socialismo, los dos candidatos, la baronesa que todavía no se ha animado a dar el paso y casi todos los cargos representativos comparten una creencia que no soporta el contraste con la realidad: la superioridad moral de la izquierda. Sólo conozco dos casos que se han separado de la creencia general: el presidente de la Gestora, que la condenó en Podemos y Ramón Jáuregui, en una reflexión autocrítica sobre el arraigo que dicho vicio de pensamiento tiene en casa.

Han pasado cinco meses desde que el Comité Federal del 1 de octubre fumigó a Sánchez. Con los tres que faltan hasta el Congreso, habría sido un periodo de tiempo suficiente para la refundación y que España tuviera la izquierda que necesita. No ha habido manera y hasta ahora nos hemos tenido que conformar con las banalidades de Pedro, y ahora, con las de Patxi. Lástima.