El reventón

ABC 16/10/16
IGNACIO CAMACHO

· La XII Legislatura ha reventado en los juzgados de Valencia y Sevilla. El ambiente se ha vuelto imposible para pactos

LA XI Legislatura encalló en el Comité Federal del PSOE y esta, la XII, ha reventado en los juzgados de Valencia y Sevilla. Con las lluvias del preotoño han vuelto a descargar los chaparrones de la corrupción sobre los dos partidos dinásticos en una siniestra retroalimentación que si no empapa los propios sumarios sí riega la guerra de filtraciones y comunicados. La democracia de las tertulias es un crepitar de mutuos reproches, la apoteosis del «y tú más» que hundió el crédito del bipartidismo y propició el surgimiento de las candidaturas de telepredicadores. Ya nadie habla de acuerdos y el único ruido de investidura procede de pequeñas explosiones en la santabárbara del PSOE. Así no se puede pactar el futuro; la política tiene la mirada en el retrovisor, pendiente de los tiempos de la desvergüenza que regurgitan su relato ominoso en los tribunales, sobre las cabezas de una cuerda de imputados.

Este ajuste de cuentas con el pasado, tan necesario como eternizado por los interminables plazos judiciales, no sólo dinamita todos los puentes de diálogo, sino la misma posibilidad de reconstruirlos. La izquierda ha aventado la corrupción valenciana para aislar a Rajoy, pero el escándalo culebrero de los ERE ha depositado otro carro de explosivos en la retaguardia de Sánchez. Cualquier acercamiento entre los dos pilares parlamentarios es ya inviable. Aunque el líder socialista aún cree que el sombrío horizonte penal de Griñán y Chaves le puede servir para maniatar a Susana Díaz, la realidad es que la acusación del fiscal salpica de lleno sus cada vez más evidentes aspiraciones presidenciales. Y no puede quejarse porque ha sobreactuado contra Rita Barberá en un intento indisimulado de reforzar el bloqueo del marianismo. Su única ventaja, muy relativa, consiste en que en virtud del tradicional doble rasero progresista Podemos está dispuesto a hacer la vista gorda con tal de lograr una alianza de poder. Sin embargo, ante el conjunto de la sociedad española el PSOE está tan estigmatizado por la escombrera andaluza como el PP por el vertedero valenciano. Y ese pacto frentista que intenta alcanzar desataría una crispación similar a la de 2004, con el añadido de dividir aún más al propio socialismo.

Por mala que parezca, y además lo es, la repetición electoral va a acabar resultando la salida menos negativa del atasco. El mayor riesgo reside en que después de volver a barajar las cartas salga otra vez la misma o parecida mano. La corrupción quita pocos votos a estas alturas porque el electorado la tiene amortizada, pero sí impide el crecimiento de los partidos afectados. El problema es que esto ya no da más de sí; en este ambiente no hay modo de encontrar entendimientos civilizados. Y o los ciudadanos se deciden a romper por su cuenta, con un veredicto claro, el solipsismo de la política o vamos a estar votando hasta que se nos agote el hálito.