El soberanismo dificulta la integración

IGNACIO CEMBRERO, EL MUNDO – 09/04/15

· «Una sociedad dividida por cuestiones de identidad no favorece la asimilación» de sus inmigrantes. El investigador principal en terrorismo del Real Instituto Elcano, Fernando Reinares, el más célebre de los expertos españoles, resume con esta frase sobre el yihadismo en Cataluña una opinión generalizada entre académicos y analistas de las fuerzas de seguridad españolas.

Casi nadie acusa a la Generalitat ni a CDC, como sí lo hizo veladamente el ministro del Interior, de fomentar indirectamente el terrorismo. Muchos creen, sin embargo, que el proyecto independentista que propugnan es un factor de perturbación para los musulmanes que dificulta su integración. Al no saber si son españoles o catalanes, un puñado de jóvenes musulmanes tiende a buscar una identidad alternativa teñida de religiosidad.

Es la que le ofrecen «las entidades salafistas en Cataluña que difunden concepciones de la religión islámica incompatibles con los valores de una sociedad abierta y favorecen los procesos de radicalización», explica Reinares. «Se advierte un progresivo incremento del yihadismo en Cataluña», señala. «El caldo de cultivo crece», confirma Alami Susi, presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Marroquí, con sede en Barcelona.

La radicalización no es en Europa, en contra de la opinión generalizada, producto de la marginación y de la pobreza, aunque pueden contribuir a ella. Hay universitarios musulmanes con un buen empleo que se convierten en yihadistas. La radicalización es, ante todo, un rechazo de los valores y de la cultura de la sociedad europea en la que vive el joven musulmán –con frecuencia nacido en el Viejo Continente, al que emigraron sus padres– y la búsqueda de otros relacionados con un islam teóricamente puro y auténtico, y que propugna la violencia.

No es casual que Bélgica sea el principal vivero de terroristas de Europa, con unos 350 jóvenes sobre un total de un millón de musulmanes que desde 2013 han emigrado Siria e Irak. No ofrece a sus inmigrantes, ni a sus hijos, una identidad clara. Incluso parte de su población autóctona duda de si es belga, flamenca, valona, bruselense, etcétera.

Para impedir la radicalización «de individuos vulnerables hay que ofrecerles una identidad colectiva fuerte, cohesionada y con claros valores democráticos», insiste Reinares. No es del todo el caso de Cataluña.

Desde antes de las autonómicas de 2012, los nacionalistas catalanes se han esforzado en atraer a los inmigrantes al proyecto independentista. Con tal propósito Convergència creó la fundación Nous Catalans, que dirige Àngel Colom, durante años representante de la Generalitat en Marruecos. Su última actividad en Casablanca, antes de regresar a Barcelona, consistió en abrir una champañería.

Colom llegó a recorrer las mezquitas para explicar a los musulmanes que vivirían mejor y gozarían de más derechos en una Cataluña con Estat propi, al que los inmigrantes temen porque, sospechan, conllevaría la salida de la Unión Europea y, para ellos, la posibilidad de viajar por Europa y trasladarse a otro país.

En Cataluña hay 509.000 musulmanes (un 6,7% de la población), según el cálculo de la Unión de Comunidades Islámicas de España. De ellos, 352.000 son extranjeros y 157.000 españoles. Muchos han adquirido recientemente la nacionalidad. Entre los extranjeros, los marroquíes (226.300) son mayoritarios. Alami Susi cree que a esta cifra hay que añadir varias decenas de miles de ellos «sin papeles».

IGNACIO CEMBRERO, EL MUNDO – 09/04/15