El teatrito de Otegui

CARLOS HERRERA – ABC – 29/04/16

Carlos Herrera
Carlos Herrera

· Llevar a Otegui a hablar de futuro y de paz es como proponerle a Himmler una ponencia sobre soluciones imaginativas.

Poco puedo añadir a lo comentado acerca de la infame visita del canalla de Arnaldo Otegui a las dependencias del Parlamento Europeo. Ha sido una forma de insultar a las víctimas particularmente refinada: en nombre de la paz. Los que han tenido la ocurrencia de acercar a un criminal contumaz y orgulloso de su condición a la sede donde se debate el quehacer europeo –basado en la libertad y la cooperación de sus pueblos– han afinado notablemente su capacidad de desprecio, su facilidad para hacer el mal. Llevar a Otegui a hablar de futuro y de paz es como proponerle a Himmler una ponencia sobre soluciones imaginativas.

Los que han asistido a sus proclamas y no han puesto pero alguno asienten tácitamente a las tesis expuestas: son el mismo sufrimiento el de víctimas y el de los verdugos (sufren por igual la bala y la nuca), los asesinos de ETA son presos políticos y los huidos de la Justicia son pobres refugiados. Ya que la ETA no mata, solvéntese toda pendencia judicial y póngase en libertad a todo encarcelado. Pelillos a la mar.

Resulta evidente que todo el que esté de acuerdo con este vómito imaginativo no deja de ser un cooperador necesario del entramado terrorista. Y aquellos que asisten a un acto semejante y no reponen el contrapeso de la decencia, de la verdad, de la lucha contra el relato del entorno terrorista, es porque pertenecen, sabiéndolo o no, a ese entorno.

Hace no demasiados horas, en el Madrid carmenístico de esta tropa municipal aupada por el PSOE de Sánchez, un par de actores de bulto han representado la «obra» original que les ha valido algún encontronazo con la Justicia al par de titiriteros que exhibieron el famoso lema «Gora Alka Eta» en una «performance» para público infantil en el marco de unas fiestas matritenses. No busquen en estos cómicos de trinchera ninguna condena al fondo del asunto, ningún lamento por las víctimas de tantos decenios de tortura y terror. No busquen en su supuesta defensa de la libertad de expresión rechazo alguno al manojo de asesinatos que practicaron los amigos de Otegui a lo largo de los años de plomo y sangre. No esperen que esta basura protagonice una rebeldía contra la banda que secuestró, mató, extorsionó a vascos y no vascos.

Esperen, simplemente, representaciones a favor del blanqueo de ETA. No confíen en escucharles decir que aborrecen el nombre que aparece en los letreros que exhiben los muñecos que blanden en esa mierda de teatrillo. No esperen nada de ellos porque nunca han tenido lo que hay que tener para enfrentarse a aquella banda de «luchadores por la libertad del pueblo vasco». No crean, en su inmensa inocencia, que cualquier día dedicarán su absurdo talento a manifestarse frente a los Oteguis y a sus sofismas indecentes. No lo harán. Ni un escrache. Ni una voz. Nada.

Y no lo harán porque esos no son sus muertos. Y los otros sí son sus vivos. Otegui es el ejemplo a seguir, el individuo que ha sufrido la injusta represión del Estado. Poco importa que el Estado defienda a los débiles, a la memoria de los que hoy sólo son polvo en la memoria de quienes les siguen llorando. Lo importante para ellos es que un par de gilipollas se hagan los graciosos con unas marionetas y que todos les riamos las gracias, y que nos dejemos de rencores, que pasemos página, que enterremos el pasado en calimocho y un par de porros, que aplaudamos obritas de borrachuzos de ideología totalitaria y que nos callemos la boca si no nos gusta.

Otegui anda por ahí equiparando el sufrimiento del asesino y el del asesinado. Unos le escuchan atentamente y otros montan un teatrillo. Nunca la miseria moral tuvo mejores actores.

CARLOS HERRERA – ABC – 29/04/16