El votante arrepentido

SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 21/02/14

· «He visto cosas que vosotros no creeríais», decía el replicante Roy Batty, un ingenuo, en Blade Runner. ¿Qué son naves en llamas más allá de Orión o rayos C brillando cerca de la puerta de Tannhauser? Tendría que haber asistido ayer al Pleno del Congreso para darle sentido a la cita.

Se veía la proposición de UPyD contra el plan secesionista de la Generalitat y hete aquí que para abrir boca, Alfonso Guerra, que es la Marianne del Congreso, la expresión emblemática del jacobinismo con trasposición de género, va, se equivoca a la hora de votar y se abstiene.

Guerra había dejado el listón muy alto, por lo que Rubalcaba tuvo que esforzarse. Y lo hizo. Es la primera vez en la historia del parlamentarismo en que, apenas una hora después de la votación, un portavoz convoca a la prensa, no para explicar su voto, sino para expresar su arrepentimiento o, en todo caso, su firme decisión de nunca más pecar: «No lo haré más, ¿me entiendes? No lo haré más», le decía Nino Manfredi a Emma Penella al final de El verdugo con un tono muy parecido al usado ayer por el líder del PSOE, en una intervención que era toda ella sinécdoque: «insulto a Cataluña», «los catalanes y el resto de los españoles», excluyendo de Cataluña y del gentilicio a gente como Boadella, Albert Rivera, Vidal-Quadras y un porcentaje muy significativo del censo electoral.

Su intervención le asemeja mucho al Rufus T. Firefly que interpretaba Groucho en Sopa de Ganso. «Hemos votado porque habíamos presentado una enmienda», dijo Alfredo T., sin aclarar por qué enmendó una moción que no le gustaba. Tal vez creyó que Díez la rechazaría y podría votar sí al primer punto y no o abstenerse en el segundo. Pero al aceptar su enmienda hubo que votar la moción en bloque y se sintió obligado por el sí. A regañadientes, ya digo, pero el razonamiento de la diputada magenta era impecable. No es dar vivas a la Constitución cada 15 días, como dijo el portavoz menguante con razonamiento banal. La Constitución debe estar vigente todos los días de la semana. Sin muchos vivas, aspavientos, ni alardes. Frente a la invocación del inexistente derecho a decidir de Cataluña, lo que reivindicaron 272 escaños y la errada abstención de Guerra era el derecho a decidir, éste sí, existente y en vigor, del Congreso, que lo es porque así lo dice el artículo 1.2 de la Constitución y que me perdone Rubalcaba si le parece grosera la cita.

Otro rayo C que brilla por la Puerta de Alcalá es que un grupo de cinco diputados pastoree a dos partidos que suman 296 escaños en la Cámara Baja. Uno comprende que el orgullo de las mayorías pueda sentirse herido: «Sólo eran cinco, pero es que nos tenían rodeados». Claro que hay una forma de no chupar rueda de un grupo minoritario: hacer un esfuerzo y tomar la delantera.

En fin, «todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir». También lo decía el agonizante Roy Batty justo antes de doblar la servilleta. Ojo, que es metáfora.

SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 21/02/14