En busca del martirio

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 10/09/14

· Entre ser traidor, inconfeso o mártir, Mas parece haber elegido el martirio, para salvar siquiera su nombre.

El mayor problema hoy en España no es el catalán, con ser grave. El mayor problema hoy de España es la divergencia creciente entre los partidos políticos, hasta el punto de hacer imposible no digo ya el acuerdo, sino el simple compromiso, base de la democracia. Volvemos a mirarnos como enemigos, incluso a muerte, en vez de como adversarios. Mala cosa. ¿Es que no nos gusta el compromiso o es nuestra incapacidad de aprender? Pues miren ustedes que hemos tenido malas experiencias con «la sombra errante de Caín» machadiana. Lo que más choca a los extranjeros que nos conocen es la animosidad de los españoles con nosotros mismos, que llega al extremo de aceptar el sufrimiento con tal de que sufra el otro.

Se ve en las comunidades de vecinos, en las relaciones interregionales, y no les digo nada en los partidos políticos. Todo vale, la mentira, el ultraje, con tal de herir, sin calcular las consecuencias, y oír al nuevo secretario de Organización del PSOE, César Luena, equiparar la consulta de Mas y el «inmovilismo» de Rajoy advierte de que el relevo en la cúpula del principal partido de la oposición no ha cambiado su política de acoso y derribo. Llamar inmovilismo a hacer cumplir la Constitución equivale a llamar política de Estado a la invitación de Zapatero a incumplirla. El Gobierno tiene que hacerse a la idea de que tendrá que hacer los deberes solo en los grandes problemas de Estado, como ya los hizo frente al rescate. Para inmovilismo, el del PSOE, que no parece haber cambiado de líder, de línea ni de vocabulario.

El más urgente de los problemas estatales es también el más viejo: el catalán, en el que se están cantando las diez de últimas. Tras las algaradas, soflamas, desafíos y escándalos, llega la hora de la verdad. O de la realidad, que viene a ser lo mismo. Lo que es es, y lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible, como decía el torero; por algo en Cataluña han prohibido los toros. Artur Mas, aprendiz de brujo, ha caído en su propia trampa. Y entre ser traidor, inconfeso o mártir, para echar mano del drama de Zorrilla sobre el falso rey de Portugal, parece haber elegido el martirio, para salvar siquiera su nombre.

A fin de cuentas, el victimismo es uno de los rasgos más característicos de los nacionalismos frustrados como el suyo. Ha disparado todos los cartuchos, le han fallado todos los compañeros, incluido su padre político, y ha perdido todos los aliados, desde los socios de gobierno a los que gobernaban en la sombra. A estas alturas, sólo los socialistas pueden ayudarle. Ya les gustaría a ellos, pero buenos están para ayudar a nadie. Así que el

president se dispone al sacrificio. Sabiendo, eso sí, que el Gobierno no cometerá el enorme error de consumarlo con una inmolación pública. Bastará con que queden al descubierto su ineptitud, su desconcierto, su ignorancia no sólo de España, sino también de Cataluña.

Cataluña, sí, que es bastante más que la nacioncita que creen los nacionalistas.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 10/09/14