En clave española

ISABEL SAN SEBASTIÁN – ABC – 11/01/16

Isabel San Sebastian
Isabel San Sebastian

· Tras el pacto del separatismo en el Parlament, Podemos pasa a la oposición y puede aparcar la bandera del «derecho a decidir».

La pirueta de última hora ideada por el independentismo catalán para salvar su aventura sediciosa tiene consecuencias inmediatas en el escenario nacional. Consecuencias no tan favorables, a juicio de esta analista, como las que avizoran algunos.

Opinan esas personas, cayendo en el voluntarismo, que ante este desafío abierto los dos grandes partidos nacionales están abocados a unir sus escaños y avenirse a una gran coalición en defensa de la estabilidad, la Constitución y España. Argumentan que el PSOE no va a suicidarse abdicando su responsabilidad histórica, por lo que, a lo sumo, podría exigir a cambio de su apoyo la cabeza de Mariano Rajoy, siguiendo el ejemplo de lo acaecido en Cataluña entre la CUP y Convergencia, aunque en sentido inverso.

Siguen aferrándose a la idea de que Susana Díaz, junto a otros barones, logrará embridar las ambiciones personales de Pedro Sánchez, obligándole a renunciar a un acuerdo a múltiples bandas con todo lo que está a su izquierda, incluidos los separatistas. Llegan a la conclusión de que, al final de un camino necesariamente abreviado por la urgencia de responder al órdago catalán, será investido un presidente o presidenta del Partido Popular, respaldado en el Congreso por una amplia mayoría en la que podrían integrarse los cuarenta diputados de Rivera. Yo no lo veo tan claro, aunque ojalá me equivoque.

Más allá de lo que nos gustaría que sucediera a quienes amamos la libertad, creemos en el imperio de la Ley y estamos convencidos de la indisoluble unidad de la Nación española consagrada en la Carta Magna, lo cierto es que la izquierda y la derecha en este país son como el agua y el aceite. Aquí no existe una tradición pactista que permita albergar esperanzas. Jamás se han entendido conservadores con socialistas y sus respectivos electorados, especialmente el de las siglas del puño y la rosa, rechazan esa posibilidad con vehemencia. Probablemente por eso todas las voces del PSOE repiten que votarán «no» a la investidura de Rajoy o cualquier otro nombre propuesto por el PP. Todas. Hasta la de esa lideresa que no cruzó Despeñaperros.

¿Nos condena su negativa a regresar a las urnas y dejar vacante La Moncloa unos cuantos meses más? En una tesitura como la que presente, me inclino a pensar que no, máxime cuando Sánchez sabe que no tendrá otra oportunidad como ésta. Él va a intentar gobernar. La única duda ahora es si sumará más síes que noes. Y lo cierto es que puede lograrlo.

Una vez rubricado el pacto de hierro del separatismo para culminar la ruptura desde el Parlament, Catalunya sí que es Pot, Podemos, se convierte en oposición a los impulsores del proceso, lo que significa que Iglesias, lejos de verse obligado a enarbolar la bandera del «derecho a decidir», puede regresar al terreno de la ambigüedad y satisfacer la condición puesta por Sánchez sin por ello traicionar a sus socios de las «mareas». Dicho de otro modo; aparcar la polémica cuestión de la plurinacionalidad en aras de desalojar del poder a la derecha, reconocida por todos como el enemigo común. Hasta el propio Artur Mas apuntaba ayer: «no queremos en Madrid un gobierno del PP».

¿Van a impedir con sus votos la investidura de Sánchez, arriesgándose a unas elecciones que fortalezcan a los de Rajoy, o preferirán abstenerse apostando por el mal menor de un Ejecutivo débil? ¿Lo hará ERC? ¿Y qué cabe esperar del PNV, necesitado de un aliado en el País Vasco ante su próxima batalla electoral contra los batasunos capitaneados por Otegi? Sólo Ciudadanos unirá previsiblemente su rechazo al del PP, en coherencia con su trayectoria. Me salen 163 noes. No bastan. Espero sinceramente equivocarme.

ISABEL SAN SEBASTIÁN – ABC – 11/01/16