En las montañas de Colombia

Las simpatías de Hugo Chávez hacia las FARC y su tolerancia con los miembros de ETA instalados en Venezuela han contribuido a facilitar esos contactos entre las dos organizaciones terroristas.

Desde septiembre de 1992, miembros de ETA y de las FARC han estado manteniendo contactos de manera regular. Las vinculaciones entre los dos grupos comenzaron en Cuba, aprovechando la presencia de los etarras deportados en los años ochenta, y luego se trasladaron a Venezuela, donde encontraron más facilidades después de la llegada al poder de Hugo Chávez.

La narcoguerrilla colombiana ha considerado a los miembros de ETA como grandes especialistas en la elaboración de explosivos, quizás por el efecto del recuerdo del atentado contra el almirante Carrero Blanco que tanto impacto tuvo en la esfera internacional. El intercambio de experiencias en materia de manipulación de explosivos y el manejo de armamento ha sido el punto de encuentro principal entre una guerrilla rural como las FARC y un grupo terrorista urbano como ETA.

Las FARC han recibido a los etarras en sus campamentos para que les enseñaran a confeccionar bombas y para que les dieran instrucciones sobre la forma de operar en las ciudades, el gran talón de Aquiles de una guerrilla que pretendía cercar a las ciudades desde el campo. A los etarras les ha servido la cobertura fariana y el control de territorios tanto en Colombia como en Venezuela para realizar prácticas en el lanzamiento de proyectiles que no hubieran podido hacer ni en Francia ni en España.

Los documentos intervenidos a uno y otro grupo evidencian la existencia de esas conexiones a muy alto nivel. Una docena de dirigentes de las FARC han participado en contactos con ETA, entre ellos cuatro de los ocho miembros del secretariado, el máximo órgano de la guerrilla. Esas relaciones se han mantenido a lo largo del tiempo, con un paréntesis que coincide con el desarrollo de las negociaciones de paz de San Vicente del Caguán entre el Gobierno colombiano y la guerrilla, desde finales de 1999 hasta principios de 2002. En esa etapa, Raúl Reyes, el fallecido ‘número dos’ de las FARC, decidió congelar las relaciones con ETA. El motivo no fue otro que la participación del Gobierno español como mediador en aquellas conversaciones. En esa época Reyes llegó a visitar España al frente de una delegación conjunta guerrilla-Gobierno de Bogotá y fue recibido por las autoridades españolas.

Cuando se rompieron las conversaciones, la Unión Europea, con el visto bueno de España, incluyó a las FARC en la lista de grupos terroristas. La guerrilla reaccionó entonces reanudando sus contactos con ETA. Miembros de la banda acudieron a las montañas de Colombia para estrechar sus lazos con el grupo insurgente. En una ocasión, incluso, los etarras tuvieron que ponerse a salvo del ataque de un avión de la Fuerza Aérea colombiana contra el campamento en el que se encontraban.

Las simpatías de Hugo Chávez hacia las FARC y su tolerancia con los miembros de ETA instalados en Venezuela han contribuido a facilitar esos contactos entre las dos organizaciones terroristas.

Florencio Domínguez, EL CORREO, 2/3/2010