En manos de Albert Rivera

EDURNE URIARTE – ABC – 29/09/15

· Me gustaría creer, como algunos, que el gran resultado de Ciudadanos es una excelente noticia para la unidad de España.

Las interpretaciones de las elecciones catalanas me han recordado lo ocurrido en mayo tras las autonómicas y municipales, cuando tantos y tantos se pusieron a certificar la «derrota» del PP que había ganado las elecciones. Ahora se han puesto a destacar la «derrota» del independentismo, a pesar de esa mayoría absoluta de escaños, además del 48% de votos. Voluntarismo en estado puro, como si las peleas internas que se avecinan entre los separatistas eliminaran la realidad esencial, la continuación del desafío independentista.

Un voluntarismo parecido al del progresismo con el PSC, celebrando su peor resultado histórico y destacando el fracaso del PP, cuando el PSC era un partido que llegó a tener el 38,2% de los votos (en 1999) y ahora tiene un 12,7%, mientras que el PP tuvo su máximo histórico en el 13,2% (1995) y ahora ha pasado al 8,5%. Y lo anterior, la debacle del PSC sobre todo, ha tenido lugar porque los votos españolistas se han ido en masa a Ciudadanos. Y por eso el españolismo, su respuesta a la secesión, está en manos de Albert Rivera y de sus decisiones. Es muy posible que también el Gobierno de España tras las generales, pero esa es otra historia.

La historia de ahora mismo es que el separatismo va a continuar según lo anunciado y proseguirá su chantaje, con las amenazas y las ilegalidades. Y la capacidad de respuesta del Gobierno dependerá en buena medida de lo que quiera hacer Ciudadanos, que es el que ahora lidera el españolismo en Cataluña. Y aquí vienen las dudas y las preguntas. Porque Ciudadanos ha conseguido ese espectacular ascenso de votos gracias sobre todo a lo que ha quitado al PSC. Lo que prueba, electoralmente hablando, el acierto de su estrategia durante la campaña, con aquello del «inmovilismo del PP» y las generalidades sin contenido concreto sobre lo «mal que funciona España» y lo de la «regeneración».

En ese contexto se opuso Rivera a la reforma del Constitucional hecha por el Gobierno para reforzar su poder de acción contra las ilegalidades del independentismo. O se puso de perfil el jueves pasado, cuando el PP defendió la bandera nacional en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona. Por lo que la interpretación de lo que Rivera quiere decir con «inmovilismo del PP» quizá nos lleve a posiciones parecidas a las del PSOE. A aquello de que hay que negociar con los independentistas y hacerles felices. Y el ascenso de Ciudadanos sea una nueva manera de continuar con la misma y equivocada dinámica política respecto a los insaciables nacionalismos. Con la búsqueda de nuevas concesiones para integrar a los nacionalistas y para debilitar, de paso, la unidad alrededor de la nación española.

Me gustaría creer, como algunos, que el gran resultado de Ciudadanos es una excelente noticia para la unidad de España y para la defensa de la españolidad de Cataluña. O que Ciudadanos estará en primera línea en la salvaguarda de la legalidad y de las decisiones más impopulares y complicadas. O que aquellos votos perdidos por un partido ambiguo en esta materia como es el PSC han sido ganados por un partido firme y sin complejos, también para suspender la autonomía o para aplicar la ley a los dirigentes nacionalistas, si prosiguen su «hoja de ruta», tal como han anunciado. Es posible que así sea. O que Albert Rivera tenga la tentación de hacer «centrismo» integrando la ambigüedad del PSC.

EDURNE URIARTE – ABC – 29/09/15