España, en funciones

EL MUNDO 09/08/16
ARCADI ESPADA

ESTA GRASA mentira de que se negocia. Nada se negocia. Al menos nada en los términos que un votante supondría. Ni el techo de déficit ni los presupuestos ni la reforma laboral ni la ley educativa ni la reforma constitucional ni el derecho de autodeterminación. Nada de eso. Se negocia como en el inicio congelado de una partida de póker. Callando, con gesto inexpresivo y especulando. Ciudadanos y el Partido Socialista están convencidos de que aún pueden forzar la retirada de Mariano Rajoy. La retirada del presidente no tiene ninguna importancia objetiva ni iba a suponer cambios sustanciales en la política del Partido Popular. Pero C’s y Psoe necesitan una pieza simbólica de ese calibre para justificar sus movimientos contrarios a lo obstinadamente anunciado. Los dos partidos han renunciado al gobierno y su anhelo ilusionado es ser oposición. Una oposición con toda la proporción guardada: el Psoe votaría no en la investidura si C’s se abstuviera; pero en cambio se abstendría si C’s votara sí: todo por la oposición. Hay que desear que, al final del proceso, su deseo les sea concedido y durante un número plenamente satisfactorio de años. Esta actitud de la oposición en funciones tiene su correlato en la actitud de Rajoy: confía en que la presión de otros dirigentes socialistas acabe doblegando a pedro sánchez, bien cambiando su actitud parlamentaria bien renunciando a dirigir el partido.

Esta es toda la negociación realmente existente.

La posibilidad de que unas elecciones desbloqueen la situación es remota. Esa bala ya se gastó el 26 de junio. De modo que lo peor de las terceras elecciones serían las cuartas. Los datos del sondeo del Cis, publicados ayer, reafirman que no hay ninguna alternativa que no pase por el gobierno del Pp y, al menos, la abstención del Psoe. Pero el sondeo indica también que los ciudadanos, lejos de propiciar una solución al problema, parecen haberle tomado gusto a la situación. Lo que dibuja un panorama temible, porque es sabido que entre las primeras reglas de los políticos contemporáneos está la de no frustar nunca las expectativas: el cliente siempre tiene razón y el pueblo jamás se equivoca. España quiere un gobierno y una oposición en funciones, y es probable que la razón sea que ella misma se siente en funciones: provisional, bloqueada y ridícula.