Estados Unidos considera a catalanes, gallegos y vascos un ‘grupo étnico’

El Departamento de Estado de Diplomacia de los Estados Unidos asegura en su web que en España hay «distintos grupos étnicos que incluyen a los vascos, catalanes y gallegos», otorgándoles así el distintivo concepto de raza, en algunas ocasiones apuntado por nacionalistas vascos respecto al RH negativo.

La Real Academia Española define la etnia como una «comunidad humana definida por afinidades raciales, lingüísticas, culturales». Y eso es lo que piensan los responsables diplomáticos de Estados Unidos de los catalanes: que son un «grupo étnico».

El Departamento de Estado de Diplomacia de los Estados Unidos asegura en su web que en España hay «distintos grupos étnicos que incluyen a los vascos, catalanes y gallegos», otorgándoles así el distintivo concepto de raza, en algunas ocasiones apuntado por nacionalistas vascos respecto al RH negativo.

El Despacho de Asuntos Europeos y Euroasiáticos afirma, en este redactado publicado en su página web en diciembre de 2008 (www.state.gov, donde se selecciona el país y se pincha en Background note) -, que el castellano es la lengua «oficial», hablada por el 74% de la población, para luego no incluir la cualidad de oficialidad para el «catalán-valenciano» -que considera hablado por el 17% de los ciudadanos-, el gallego -con el 7%- y el vasco, con el 2%.

Más allá del croquis inicial sobre densidad de población, economía y educación, la página que informa sobre la seguridad en España merece un capítulo aparte, con unas explicaciones y consejos dedicados a los estadounidenses que quieran viajar a nuestro país, que podrían dejar a más de uno sin ganas de venir.

En uno de los párrafos del epígrafe «seguridad», se lee que «como otros países del espacio Schengen, la apertura de las fronteras de España con los países del Este de Europa permite la posibilidad a grupos terroristas de entrar y salir del país anónimamente». Añade, a este respecto, que «la proximidad de España con el norte de África la hace vulnerable a ataques de Al Qaeda en la región del Magreb». Por ello, recuerda a los estadounidenses que deben «permanecer vigilantes y atentos a su seguridad personal y extremar las precauciones».

Pero el terrorismo internacional no aparece como el único problema. En el apartado dedicado a la explicación de ETA, se afirma que «las bombas han sido usadas como parte de extorsión criminal a empresarios, particularmente en región vasca. El riesgo de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado -añade- ante una acción de ETA concierne a los visitantes y turistas». Por ello, se escribe que «los turistas estadounidenses que viajen a España deben permanecer vigilantes, extremar precauciones, y evitar demostraciones y otras situaciones potencialmente violentas».

Sobre el aspecto de la criminalidad, el departamento Diplomático estima que «un millón de turistas estadounidenses no tienen problemas al visitar España cada año», y que «la delincuencia en la calle hacia los turistas ocurre en las principales áreas turísticas». En este sentido, cita «en particular» a las ciudades Madrid y Barcelona, donde «hay constancia de incidentes por robo de carteras, hurtos y ataques violentos ocasionales, que en algunos casos requieren que la víctima sea sometida a atención médica».

En Barcelona, se alerta de que las zonas más peligrosas son Las Ramblas, el aeropuerto de El Prat, la estación de Sants y las de Metro, la zona de Sagrada Familia, el barrio Gótico, el Parque Güell, la Plaza Real, y «a lo largo de las playas de Barcelona». Se asegura, también, que «se ha registrado «un incremento en el número de robos en el Port Olímpic».

Como contraste, la página web de la Embajada de España en Estados Unidos sostiene, a través de un enlace a la oficina de Turismo, que «España es, en términos generales, uno de los países más seguros de Europa para visitas turísticas». Advierte, no obstante, que «como en cualquier país hay medidas básicas de seguridad» como «no caminar en calles vacías o poco transitadas, evitar zonas de carteristas y llevar poco dinero encima».

EL MUNDO, 1/6/2009