Este singular federalismo

ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 23/09/14

· Después de llamar a Sálvame el líder socialista Pedro Sánchez ha escrito un artículo en El País. Un artículo de los llamados de fondo. Yo he acudido a él con gran interés. Con un interés incluso excitado, porque los reclamos decían que Sánchez iba a describir la propuesta de reforma federal de la Constitución; y cada vez que oigo o leo sobre eso me convierto al tiempo en Pavlov y su perro. Por desgracia, y como siempre, ha sonado la campanilla, he segregado mis ortodoxas babas, pero el humeante filete no ha aparecido.

Aunque esta vez he de reconocer que Sánchez ha ido un poco más allá de la habitual insustancialidad socialista sobre este asunto. Sánchez ha dicho que hay que redactar una Constitución federal que «reconozca las singularidades de algunas comunidades autónomas». Esta es una afirmación puramente sensacional por varios motivos. El primero es que no tratándose de Sálvame Sánchez podría haber definido en unas pocas líneas el concepto singularidad y también el algunas: en política la inconcreción siempre se concreta en bullshit.

En segundo lugar, es probable que Sánchez conozca que la Constitución española reconoce exactamente la singularidad (nacionalidades frente a regiones) de algunas comunidades autónomas. Y en tercer lugar, quizá Sánchez sepa que esas singularidades, cosecha de 1978, son, precisamente, lo que impide calificar la Constitución española de federal.

Pero hay que ayudar a Sánchez.

La única singularidad que aceptará la ya singularísima Cataluña nacionalista es la que le permita ejercer como sujeto político soberano y optar cuando le plazca por la autodeterminación. Yo creo, Sánchez, fíjese lo que voy a decirle, que para obtener esa singularidad estaría dispuesta, incluso, al sacrificio, ella que al fin y al cabo lleva tres invivibles siglos sacrificada: estaría dispuesta a aplazar su referéndum o a votar en él ahora por una solución que, plasmando el derecho a decidir y la caracterización de España como nación de naciones, no supusiera romper con el Estado.

Si esa es, Sánchez, la singularidad en la que piensa, apresúrese a proponerla en el próximo artículo de fondo. Consulte con sus compañeros del Partido Socialista de Cataluña: algunos de ellos son gozosa carne de sacrificio. Y si piensa en otra singularidad, que sea la del inmortal Kurzweil. Por lo demás no pierda el tiempo. Ni se lo haga perder al federalismo. Ni a la Constitución. Ni mucho menos a la democracia.

ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 23/09/14