ETA necesita publicidad

TONIA ETXARRI, EL CORREO 06/01/14

Tonia Etxarri
Tonia Etxarri

· Los excarcelados de ETA no son exterroristas porque siguen creyendo que estuvo bien lo que hicieron.

Hemos cambiado de año y la rueda de ETA sigue girando en torno a su subsistencia, cuyos protagonistas siguen utilizando un lenguaje tramposo y manipulador sobre el llamado conflicto del que han vivido cincuenta años. Los presos que se han beneficiado del mandato de Estrasburgo necesitan enviar un mensaje tranquilizador a sus compañeros que permanecen entre rejas y han decidido poner música a una partitura que pretende enmascarar la situación en la que se encuentran, que está provocando diferencias entre ellos y que necesitan adornar para fingir que están en condiciones de seguir influyendo en la vida política democrática.

La puesta de largo de los más de sesenta excarcelados en Durango, en la sala del edificio ‘matadero 1884’ del Kafe Antzokia del pasado sábado, vino a poner la guinda del pastel que están degustando los terroristas beneficiados por la anulación de la aplicación retroactiva de la ‘doctrina Parot’, ante el asombro y la indignación de los colectivos de víctimas del terrorismo que asisten, con incredulidad y cierta sensación de orfandad política, al paso de una cadena interminable de movimientos. Una cadena que comenzó con la excarcelación de un Bolinaga terminal , carcelero de Ortega Lara, que ha podido celebrar ya dos navidades en libertad, y ha seguido este fin de semana con la exhibición de uno de los eslabones más chirriantes de la puesta en escena, con la exhibición del asesino de Yoyes leyendo un comunicado que defraudó las expectativas de quienes están anunciando que ETA está a punto de convertirse a la democracia.

En setiembre de 1980, cuando los ‘polimilis’ se presentaron ante los medios de comunicación a cara descubierta, en una conferencia de prensa de verdad, no como la de Durango, porque en aquella se admitieron preguntas de los periodistas, anunciaron que se disolvían. Y, a pesar de que reconocían que se acogían a medidas de gracia, negociadas entre Euskadiko Ezkerra y el gobierno de UCD, su anuncio fue bien acogido por la sociedad que estaba exigiendo el fin de la violencia. Aquel proceso tampoco fue modélico, como se encargan de recordar algunas familias de víctimas. De hecho, los hijos de Basilio Altuna siguen sin saber quiénes mataron a su padre. Lo mismo que los allegados de otras 325 víctimas mortales. Pero aquella conferencia de prensa fue un anuncio de unos terroristas que habían decidido pasarse al lado claro de la democracia, con todas sus consecuencias. De hecho, explicaron que su disolución era «una forma de contribuir a la resolución del problema de la violencia».

Nada que ver con la puesta de largo de los terroristas excarcelados en Durango, a los que sólo se les puede aplicar el prefijo de ‘ex’ para aludir a su condición de reclusos, que han dejado de serlo por obra y gracia del Tribunal de Estrasburgo que les ha permitido, en muchos casos, haber cumplido penas de un año por cada crimen cometido. Pero nada más. No son ex terroristas. Porque siguen pensando que estuvo bien lo que hicieron.

De ahí que de su comunicado, algo más escurridizo que el del colectivo oficial de los presos, no se haya desprendido ni un ápice de arrepentimiento de su historial sanguinario. Nada. Escuchar a ‘Kubati’ decir que seguirán «trabajando» para superar la represión, provocaba escalofríos. Quienes tienen el arrojo de no olvidar ni mirar hacia otro lado recuerdan sus ‘trabajos’. Y como no se le ha oído ni una disculpa por haber matado a Yoyes delante de su hijo y a otros doce ciudadanos más, la conclusión del significado de la puesta en escena de Durango no puede ser otra que la de la exculpación de su pasado terrorista y la preparación del ambiente de la manifestación del próximo sábado.

Porque ETA, que sigue sin disolverse, necesita publicidad para movilizar a los suyos. Sus colectivos siguen reivindicando su historia. Han renunciado a la violencia porque el Estado les ha ido dejando sin oxígeno. Pero quieren contar lo ocurrido a su manera. De momento, se van encontrando en el camino con muchos acompañantes de última hora que están dejando de mostrarse exigentes con quienes violentaron el Estado de Derecho, asesinando a 838 ciudadanos , y que van cayendo en su trampa del lenguaje. El del relato centrado en los dos bandos que nunca existieron.

Los terroristas ex presos confirmaron que no van a cometer más atentados. Cierto. Pero se presentaron como víctimas por el simple hecho de haber pagado con la cárcel las tropelías cometidas. Como si el cumplimiento de condenas por terrorismo fuera una tortura del Estado en vez de un pago impuesto por las leyes democráticas para defender a los ciudadanos de una injusticia tan flagrante como la violencia. Y como ETA no mató sin excusas, que lo hizo por el poder y la independencia, ahora intenta sumarse a la causa nacionalista del derecho a decidir. Como si quisieran disolver toda su trayectoria de terror y enmascarar la realidad: el conflicto ha sido ETA durante todos estos años.

La idea de que sus presos, que ahora dejan de apostar por la violencia, apelan a la sociedad para que haga «borrón y cuenta nueva» es una trampa dialéctica que la mayoría de los ciudadanos no puede dar por buena. ETA ha estado violentando la política democrática y no puede pretender subirse al carro de Artur Mas, por ejemplo, colocándose el cartel «como decíamos ayer». Porque han sido cincuenta años de terror. Sostiene Rosa Díez que ETA estará derrotada cuando sea delito legitimar su historia. Falta mucho para eso y, seguramente, nunca llegue a ocurrir.

TONIA ETXARRI, EL CORREO 06/01/14