ETA rompió a la familia vasca

Antonio Rubio, EL MUNDO, 26/6/12

«Hijo, por favor, créeme, todas las ideologías juntas no valen la vida de un solo ser humano». Con esas palabras tan claras y directas se dirige José Ramón Goñi Tirapu, ex gobernador de Gipuzkoa entre 1987 y 1990 con el Gobierno del PSOE, a su hijo, militante de ETA.

Goñi Tirapu ha hecho un duro acto de psicoanálisis en el libro que acaba de publicar, Mi hijo era de ETA, y ha conseguido, a través de un relato ágil y con tensión, plantear uno de los principales problemas del País Vasco: el enfrentamiento entre los distintos miembros de una misma familia por su apoyo o rechazo al mundo de la violencia etarra.

El ex gobernador de Gipuzkoa no es un neófito en el mundo de la narración y en las interioridades de ETA. Goñi Tirapu escribió en 2005 un libro que tituló El confidente donde contaba cómo y de qué forma captó a un miembro de ETA como colaborador suyo.

En esta nueva obra el ex militante socialista utiliza como relato río una carta que envía a su hijo J. R., que se encuentra huido desde 1991, cuando la Guardia Civil descubrió que formaba parte de un comando legal de ETA. J. R. primero recaló en México y más tarde se refugió en Francia.

En esa misiva, el ex gobernador de Gipuzkoa va relatando a su hijo cómo se enteró de su pertenencia, cómo dudó sobre lo que debía hacer –ayudarle a huir o entregarlo a la Policía—, cómo se fue resquebrajando la familia y el alivio que sintió cuando supo que su vástago no tenía las manos manchadas de sangre.

Goñi Tirapu, siempre a través de la carta que envía a su hijo, reconoce que en ocasiones la Guardia Civil se pasó en los interrogatorios con miembros de ETA y cómo fue agredido por su hermano Alfredo –le tiró un vaso a la cabeza– cuando asistió al entierro de un cartero de Rentería, José Antonio Cardoso, que murió al estallarle un paquete bomba que depositó en el buzón de Ildefonso Salazar, que presuntamente había colaborado con ETA.

Ese atentado, que se produjo en 1989, nunca fue reivindicado por los GAL ni por ningún otro grupo parapolicial y sigue siendo una incógnita de la «guerra sucia».

El ex gobernador aprovecha la carta-relato para reflexionar sobre el presente y el futuro del terrorismo y del País Vasco: «Hemos de empezar entre todos a construir el futuro sobre las ruinas de un pasado inamovible y sería inútil edificar el porvenir sobre los cimientos del pasado».

Mi hijo era de ETA (Espasa) es de esos libros que se tienen que leer –junto a otros de reciente aparición– para intentar comprender a la sociedad vasca. Goñi Tirapu manda dos mensajes muy claros y directos a su hijo y a su entorno: «Cada uno debe reparar lo que ha destruido, y no esperar a que los demás lo hagan por él […] el perdón se consigue pidiéndolo, no exigiéndolo, y el sufrimiento no prescribe». Y acaba el ex gobernador con una sentencia: «No contar con las víctimas sería un error».

Antonio Rubio, EL MUNDO, 26/6/12