TONIA ETXARRI-El Correo

El documento del PNV está lleno de eufemismos y de algunas contradicciones

De todos los textos que ayer presentaron los grupos parlamentarios en la ponencia de Autogobierno, el del PNV había generado la mayor expectación. Y provocó reacciones encontradas. Entre la presión de la izquierda abertzale, el foco desviado hacia Cataluña y el compromiso de evitar la confrontación, el documento del partido del lehendakari Urkullu está lleno de eufemismos y algunas contradicciones.

Pretender concretar una relación confederal con un Estado definido como autonómico por la propia Constitución es empezar la casa por el tejado. Hasta que no se reforme la Carta Magna resulta materialmente incompatible que en el seno del Estado español exista una estructura confederal. La Disposición Adicional Primera de la Constitución podrá dar cauce para regular los derechos históricos pero una ley orgánica como el Estatuto no puede reformar la Constitución.

La propuesta del PNV, tan adornada de llamadas a la negociación y a respetar la legalidad, choca con algunas definiciones. La de la ‘bilateralidad efectiva’, por ejemplo, que ya existe en el terreno económico a través del Concierto, supone un cambio de estructura. Al hablar de Euskadi y España en sus relaciones «de igual a igual» (una fórmula tan utilizada por Ibarretxe) está definiendo la comunidad vasca como una nación propia. Y ése será un elemento de distorsión en el debate parlamentario.

Hemos oído a los socialistas (del País Vasco y de Cataluña, así como al propio Pedro Sánchez) hablar de ‘nación’ concebida en un perfil social y cultural enmarcado en los términos previstos por la jurisprudencia constitucional. Por lo tanto, cabe pensar que esta definición tan integral de nación será una de las pruebas de fuego para el Gobierno de coalición, integrado por PNV y PSE. Resulta evidente que a los socialistas les chirría el concepto de nación en términos políticos.

De la misma forma que les supondrá un obstáculo aceptar el derecho a decidir que reclama el PNV para el ‘pueblo’ vasco. Del referéndum ni mención. Pero todavía están en el inicio del debate. Cuando la coordinadora sintetice las propuestas y pasen de las musas al teatro, abordarán la metodología. Será el turno de la consulta habilitante. Cuando nacionalistas y socialistas firmaron su pacto de gobierno y el PNV cedió en cómo se debía tramitar el referéndum que ratificara el nuevo Estatuto (primero, aprobación en el Parlamento, después en el Congreso y, por último, las urnas), Andoni Ortuzar reconoció que ésa era una reivindicación que su partido propondría en la ponencia parlamentaria. Así es que habrá que ver el segundo tiempo de esta larga jugada.

El empeño en dar el salto hacia una Euskadi diferente es tan notorio en este texto, que el PNV quiere cambiar hasta el nombre del territorio histórico. Comunidad foral. Comunidad nacional. Estado autónomo. Estado federal. ¡Con lo que le costó al PNV imponer el neologismo creado por Sabino Arana! Y no digamos la polémica en la que se enzarzaron los partidarios de la ‘ z’ y los de la ‘s’.

Los socialistas están preocupados. Los populares, alarmados. Creen que el PNV irá vaciando poco a poco la legislación española. Si el lehendakari quiere evitar la confrontación su partido tendrá que buscar el mayor consenso. Que se deje, o no, llevar por la corriente del derecho de autodeterminación dependerá de la capacidad de persuasión de socialistas (socios de gobierno) y populares (socios presupuestarios). En la calle, ya sabe lo que dicen los encuestados sobre el autogobierno vasco.