Farsa trágica

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 30/04/16

· «Voy en serio». El 9 de agosto, luminoso día de teresas, la Casa Real emite una nota proponiendo la candidatura de Pedro Sánchez. Han pasado 44 días desde las elecciones del 26-J. Quizá no recuerde que la mañana del 2 de febrero, 44 días después del 20-D, dijo lo mismo, con la misma corbata roja. Rajoy acaba de comunicar al Rey que no tiene apoyos tras un «no es que no» de Snchz el 24 de julio. «Imposible», dice Pablo Iglesias cuando Sánchez confirma su propósito de pactar con Ciudadanos y confiar en su abstención en la investidura de septiembre.

El 8 de agosto es portada de EL MUNDO, como seis meses antes. En las tertulias de esa mañana tórrida de agosto se habla de la audacia de Sánchez, que ha sobrevivido al tercer intento de liquidación de Susana, como el 28 de diciembre tras lograr los peores resultados de la historia, los mismos que ahora…

El 26-J puede confirmar la idea de Hegel de que los acontecimientos y personajes de la historia se repiten dos veces. Marx añade, en El 18 Brumario, «primero como tragedia, y después como farsa». No se sabe si el 26-J toca farsa o tragedia, o farsa trágica. Pero el fracaso de los partidos hasta volver a las urnas no admite matices balsámicos.

Es un fracaso democrático pero un fracaso, aunque haya que proclamar lo obvio con la melancolía de Dürrenmatt. Si hay que repetir el proceso es porque no han sabido gestionar el mandato de las urnas, que es su trabajo; por eso piden al público, como la boba del chiste, otra oportunidad. Es lógica la perplejidad de El Roto: vale lo de repetir elecciones, pero no repetir candidatos. Ya sólo falta que el resultado, 200 millones de euros después, sea 123, 90, 69 y 40. Difícilmente habrá otro equilibrio de fuerzas.

Esto, blanco y en botella, debería cobrarse responsabilidades políticas. De ser un país, claro, donde existieran las responsabilidades políticas. Por demás, hay un buen reparto, desde la falta de coraje de Rajoy al maximalismo de Pablemos, pero el remake del 26-J señala sobre todo a Sánchez. Asumir la investidura demostró audacia, pero limitarse a barajar una opción destinada al fracaso es grotesco. No hay ningún talento en percutir con una fórmula que el 2 de febrero ya era «imposible».

Para hacer mayorías se requiere política pero también aritmética elemental, y sólo existían dos combinaciones: gran coalición con el PP y pacto de izquierdas con P’s. Snchz ha trabajado contra ambas. Su máxima aspiración ya sólo es otro 20-D salvando el sorpasso. Así se repite la historia, trágicamente como farsa.