Grecia antigua y moderna

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 26/01/15

· Fuera de Europa hace mucho frío. Algo que vale también para Podemos.

Es de sobra conocido que los viejos griegos inventaron la democracia. Ya menos conocido es que inventaron también la dictadura. Cuando su democracia devenía en guirigay, cosa que ocurre de tanto en tanto, los líderes del Areópago se acercaban a un varón famoso por su honestidad para ofrecerle que se convirtiera en «tirano», nombre que ellos daban al dictador, para restablecer el orden. Una vez restablecido, volvían a la democracia.

Parece que no han cambiado mucho las cosas allí en veintitantos siglos. Tras haber convertido la democracia en una farsa, Grecia se dispone a ponerse en manos de un tirano. Tiene dos opciones: la de la troika de Bruselas y la ultraizquierdista de Syriza. A los griegos, lo que les tira el cuerpo es la tiranía local, que promete crujir a los ricos y gobernar sólo para el pueblo, como todas las dictaduras. No suena mal. Pero junto al mal recuerdo que han dejado en todas partes, tiene el inconveniente que en el interrelacionado mundo de hoy, si no se está integrado en un gran bloque es difícil sobrevivir. Sobre todo si se está cargado de deudas, sin apenas infraestructura industrial, con una administración rudimentaria, una ciudadanía desmoralizada y un grado de corrupción que puede superar a la nuestra, como es su caso.

Aún así, en su fuero interno, los griegos piensan que «Europa no les dejará caer», por aquello de haber sido la cuna de la civilización occidental. Algo que ha sido verdad hasta ayer mismo, por lo que han recibido hasta 200.000 millones de euros en rescates, que se han ido nadie sabe dónde, como el agua en el desierto. Ahora piden otro rescate, junto a una rebaja de la deuda y plazos más largos para pagarla. El problema es si Europa está dispuesta a darles esa nueva oportunidad. Porque el «mal griego» ya no amenaza con contagiar a España, Italia, Portugal e Irlanda, que empiezan a respirar, y no hay ninguna garantía de que otro rescate produzca más efectos que los anteriores.

Los griegos tienen la palabra. O, concretamente, Alexis Tsipras, el líder de Syriza. Tanto si logra la mayoría absoluta como si tiene que buscarse un socio para gobernar, tendrá que decidir si acepta las normas europeas o las rechaza. Hasta ahora las ha rechazado rotundamente. Pero una cosa es lo que se dice en campaña electoral y otra lo que se hace al frente de un país. Con sólo una cosa cierta entre tanta incertidumbre: Grecia, un país en ruinas clásicas y modernas, necesita bastante más a Europa que Europa necesita a Grecia. Aunque también es verdad que también los países se suicidan.

Europa va a esperar con curiosidad y expectación, pero ya sin la inquietud de antes, las palabras del nuevo «tirano» (uso el término naturalmente en su sentido clásico) griego. Dado que desde la antigüedad tienen fama de ser los mejores comerciantes del mundo, sospecho que, por mucho que les fastidie Europa, buscarán un acomodo con ella. Y es que fuera de Europa hace mucho frío. Algo que vale también para Podemos y nuestros nacionalistas.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 26/01/15