Hay que

EL MUNDO 30/09/14
ARCADI ESPADA

Hay que, dicen. Nadie espere aclaraciones. Como el que dice llueve. Me lo hizo ver Cayetana Álvarez de Toledo, antes de que el hayqueísmo se convirtiera en nuestro principal anacoluto político. Hay que, dicen con intransitividad. Y también con impersonalidad. Al tratarse de un suave imperativo la impersonalidad es chocante. Hay que… Pero no señalan a nadie, no sea que el nadie les dijera hay que qué, cómo y cuándo. Ni siquiera, como sería imperativamente procedente, se señalan a sí mismos. El hayqueísmo es una manifiesta irresponsabilidad. Su maestro principal y venerable es el profesor Rubio Llorente que ayer dejó en La Vanguardia un texto inmortal, porque nunca vivió. Después de decir que el referéndum es malo y mala también su prohibición, el mundo fue y será una porquería ya lo sé, remata el emérito: «Lo razonable es acudir a remedios que ataquen el mal en su raíz, que disminuyan el apoyo que hoy tiene el independentismo y ofrezcan al gobierno catalán argumentos para modificar su postura.»

Hay que joderse.

Detrás del hay que solo hay pereza intelectual y política. Por más que lo pronuncien egregios supuestos el mandamiento sigue a ras de suelo a la pensadora Nierga, que al menos tuvo la virtud de exponer desinhibidamente su irritación y su impotencia: «¡Hablen, ustedes que pueden!» Los hayqueístas, a los que se suma los meses con erre el discípulo Francesc de Carreras, están desaprovechando la oportunidad de hacerse un nombre. Dada su profunda credencial democrática, deberían emprender un reto a su altura: el de convencer a los españoles de que tienen que renunciar a una parte de su soberanía por la paz. ¿Por qué no lo hacen? ¿Por qué optan por el atajo ilegal de apropiarse de la soberanía de los ciudadanos para entregarla a los nacionalistas? ¿Por qué no emprenden un viaje unamuniano, cargado de amor y pedadogía, para lograr que los españoles accedan a escindirse en un sujeto soberano binario, terciario, cuaternario…? ¿Acaso no hay tanto español demócrata perfecto (¡el tiempo verbal de nuestro tiempo!), que dice que voten ya, como el que se toma un antiácido, y que estaría encantado de ennoblecer su dispépsico desentendimiento?

Pero mientras se queden en su intransitiva impersonalidad irresponsable, el único hay que posible es el que ha pronunciado el presidente del Gobierno: «En este justo momento lo importante es defender la Constitución.» Un haiku. Cortante. Transitivo, personal y responsable.