Profesores en cuestión

Enfoco el conflicto de los 157 interinos como una cuestión de recursos humanos y pregunto si no es suicida que nuestro sistema formativo, por hacer del euskera un filtro determinante, prescinda de buenos profesionales. Hoy son los interinos, pero luego vamos los demás, los que pensamos, hablamos y vivimos en la lengua que nos eligió. O la euskaldunización es amable o no será.

Me parece muy peligroso enfocar el conflicto que ha dejado sin trabajo a 157 interinos del sistema educativo vasco como un conflicto lingüístico. Comulgo plenamente con el Ararteko Lamarca cuando afirma que «bastantes fracturas hay ya en la sociedad vasca como para abrir otra» y creo que, especialmente en periodo electoral, todos los ciudadanos responsables -y más aún los profesores- debemos evitar esa visceralidad tan agresiva hacia los argumentos ajenos con que ETA, y antes la dictadura, ha envenenado esta tierra.

En mi opinión, el conflicto de los interinos no es sino una gota más en el vaso de la euskaldunización que tan ejemplarmente estamos bebiendo miles de profesionales del sistema educativo vasco. Si hubieran podido, los nacionalistas habrían hecho lo mismo en Sanidad, Justicia y otras consejerías pero -¿ay, amigo!- ni al fontanero ni al médico ni al abogado les exigimos euskera en primera instancia. Eso sí, todos queremos hijos euskaldunes, por problemático que a veces sea. No cuestiono, por tanto, la importancia de la euskaldunización en el ámbito educativo pues es la base de tal proceso. Lo digo en primera persona porque he dedicado muchas horas al euskera: he estado en IRALE y he suspendido pese a haber estado en barnetegis. Conozco Lazkao, señor Dionisio, mucho antes de haber vivido allí unas semanas, de haberme visto bailando en la herriko taberna por la época en que Garzón iniciaba su procesamiento. En fin, creo que hay consenso general en que el profesorado ha asumido la euskaldunización del sistema educativo de un modo formidable, con mucho coraje, aún al precio de auténticos dramones personales.

Por eso no quisiera ver el euskera convertido en bandera política. No está en cuestión que sea una de las dos lenguas oficiales de la CAV y que todo ciudadano tenga el derecho a utilizarla en todos los ámbitos que quiera y pueda (a las posibilidades expresivas del hablante me refiero, no a las del interlocutor). Sí está en cuestión, en cambio, que se confunda atender su demanda con suprimir la oferta de la otra lengua oficial, el castellano, la lengua en la que hemos nacido y crecido muchos ciudadanos vascos con tanto ancestro como el más bocazas. Está en cuestión que pretendan hacerte creer que tu idioma materno no es el que es, como si hubiéramos nacido mal la casi totalidad de los tipos de cierta edad. Puede llegar a ser una tortura psicológica confundir la oferta con la demanda, pero siempre queda el derecho a pensar en tu propio idioma, por mucho ayatolá que quiera suprimirlo (el derecho, digo).

Pero de todas estas cuestiones habrá momento de hablar -Lamarca dixit- porque lo que me parece principal del conflicto de los interinos es una cuestión de recursos humanos: la manera en que nos permitimos despreciar el acervo educativo de tantos profesionales de calidad demostrada en las peores condiciones laborales. Como si no necesitáramos personas capaces de transmitir el amor a la música, a las lenguas extranjeras, al lenguaje de signos y a tantas otras especialidades -mención especial a los profesores de Lengua española sin PL2- a un alumnado cada vez más carente de motivación, más conflictivo en sus relaciones humanas y más perdido en valores vitales.

Es ahí donde percibo cierta mala baba y una gran incompetencia gestora que hacen especialmente significativo el conflicto. Y no sólo por parte de la Consejería de EA. Tiene delito que sindicatos como LAB, ELA o STEE-EILAS hayan firmando un acuerdo por el que se deja tirados a compañeros con muchos años de contratación renovada. ¿En nombre de qué clase obrera lo harán? Misterios insondables de este país.

Se diría que ni a la Administración ni a ciertos sindicatos les importa prescindir de profesionales educativos que no aceptan hacer del euskera la llave de paso para trabajar en la educación. Eso sí, luego todos mostramos mucha alarma ante el acoso escolar, la falta de hábitos de vida saludables entre niños y jóvenes, la escasa sensibilidad juvenil hacia los mínimos valores democráticos y solidarios, etcétera. No pretendo hacer una defensa gremial de los profesores que hemos perdido el tren del PL2 e, incapaces de impartir clases en euskera, corremos el riesgo de perder la especialidad e incluso la docencia directa. Conozco la situación de primera mano. De hecho, y sin que sirva de precedente, en este artículo me identifico como profesor de instituto, y no de Filosofía. Lo que pretendo es enfocar el conflicto de los 157 interinos como una cuestión de recursos humanos y apelo a la sociedad a que se pregunte si no es un acto suicida que nuestro sistema formativo, por hacer del euskera un filtro determinante, prescinda de buenos profesionales capaces de ofrecer a nuestros jóvenes las destrezas que están demandando en las ciencias y en las letras, en lo técnico y en lo artístico, para el cuerpo y para el alma. Hoy son los interinos pero, al paso que va la burra, luego vamos los demás, los que pensamos, hablamos y vivimos en la lengua que nos eligió. Que no hay ser humano que haya elegido su idioma nativo. Digan lo que digan, cuanto más ariscos se pongan quienes quieren euskaldunizar la vida por decreto más lejos estarán de su horizonte: el euskera del cariño no podrá salir de muchas bocas mientras se machaca a quienes quieren seguir trabajando en su idioma, en su tierra, en su profesión. O la euskaldunización es amable o no será.

Vicente Carrión Arregui es profesor de instituto.

Vicente Carrión, EL DIARIO VASCO, 9/3/2005