Horizonte

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 29/01/17

· El empuje de Reagan y Bush llevó a que se reformara la economía mexicana desregulándola y privatizando empresas.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha desatado un nuevo tipo de conflicto, un reordenamiento político que va a llevar a lo largo de los próximos meses a una redefinición de las reglas de juego. Tras cien años de una política exterior norteamericana muy activa para defender los valores de la democracia tal y como la entiende Estados Unidos, entramos en una nueva fase que reivindica el Espíritu de la Doctrina Monroe de 1823: «América para los americanos». El realineamiento está siendo verdaderamente notable.

Más allá de poder tener razón en el derecho a completar el muro que separe Estados Unidos de México –y digo completar porque ya lo empezó Bill Clinton– es preocupante que el presidente norteamericano ignore el hecho de que durante décadas Mexico fue el país de la hiperinflación, el antiamericanismo y la dictadura perfecta del partido único.

El empuje norteamericano de la Administración del presidente Reagan y su sucesor Bush llevó a que se reformara la economía mexicana desregulándola y privatizando miles de empresas estatales. Eso permitió firmar en 1993 el tratado de libre comercio Nafta. El libre comercio fue un golpe durísimo para la economía mejicana, especialmente para su agricultura. No obstante se sobrepusieron y convirtieron en competidores, generando mayor riqueza para su pueblo. Y desde entonces México ha abandonado el partido único y ha tenido dos presidentes del PRI, Zadillo y Peña Nieto, y dos del PAN, Fox y Calderón. Y el anti americanismo reducido a la mínima.

El pasado viernes asistí en Cartagena de Indias a una mesa redonda sobre la figura de Hugo Chávez en la que participaban los expresidentes Laura Chinchilla de Costa Rica, César Gaviria de Colombia y Felipe Calderón de México. La mesa terminó con el moderador, Moisés Naim, preguntando a los tres presidentes de tendencias muy distintas si veían similitudes entre Chávez y Trump.

Los tres dijeron que sí: Gaviria habló de Trump como «intolerante, agresivo, populista, nacionalista a la manera oscura…”, Chinchilla se limitó a decir que son similares con el peligro de que «los efectos de Chávez sobre el mundo son pequeños comparados con lo que pueden ser los de Trump» y el mexicano Felipe Calderón, del partido opositor PAN, llegó a afirmar que «Trump es más peligroso que Chávez y Kirchner juntos (…) Pelearemos en todos los terrenos (…) ¡Les pido la solidaridad con México!» lo que desató las aclamaciones del público.

Frente a esta ruptura transversal fuera de Estados Unidos, dentro también estamos viendo un realineamiento. Notable. En la frenética agenda de la primera semana de Trump ha pasado desapercibido el que a los tres días de entrar en ella recibió a los dirigentes de los principales sindicatos del país.

El pasado lunes les dedicó 90 minutos rodeado de todo su equipo. Terry O’Sullivan presidente de la «Labourers International Union of North America», que no es uno de sus votantes, salió encantado de la reunión con Trump por las promesas de nuevas infraestructuras que crearán empleo, desde las carreteras y los puentes hasta el oleoducto de Alaska. En verdad, qué distintos son los sindicatos norteamericanos de los españoles. Y también sus miembros, los trabajadores…

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 29/01/17