Eduardo Uriarte-Editores

Los que pasamos varios años de nuestra vida soportando la dictadura sabemos distinguir sin necesidad de las doctas enseñanzas de Barrio Sésamo la diferencia que existe entre “estar dentro y estar fuera” a poco que pisamos los adoquines de la calle. Sabemos distinguir lo que es una amnistía de verdad y una falsa, porque se nos aplicó la de verdad, aquella que votó el 92 por ciento de los diputados, sólo dos votos en contra, y uno lo hizo porque no se aplicaba a los militares de la UMD. Pero, sobre todo, salimos de las cuatro paredes con un desarrollado sentido del olfato pues sin necesidad de preguntar encontramos el “tigre” en cualquier lugar, u olfateamos con bastante precisión cuándo van a aparecer por la puerta, y no va a ser precisamente el lechero. Por eso, ante la pasividad general o las arengas perfumadas del populismo izquierdista olemos la dictadura. ¿No os dais cuenta que volvemos a lo de antes? Quizás tampoco os disteis cuenta antes.

Me recordaba recientemente un columnista la sentencia de Platón; «la tiranía surge de forma natural a partir de la democracia». Para el filósofo padre del idealismo las contradicciones y exaltaciones democráticas, democrateras, liquidan la democracia -lo que tan bien explicado está por Ruiz Soroa en “Esencialismo Democrático”-. Lo vimos en el “muy democrático” procés secesionista y lo vemos en la apelación a la voluntad del pueblo, identificada con la de la mayoría simple y raquítica del Congreso. Pueblo al que el caudillo se dirige directamente por carta, para ofrecer sus decisiones, y cuela en un decreto ley sobre el aceite la anulación de la competencia del Senado de vetar el techo de los Presupuestos Generales. Violar la legalidad mediante golpe de mano encubierto no es precisamente progresismo, sino fascismo.

La conversión del Tribunal Constitucional en un tribunal de apelación para los compañeros y compañeras en apuros, como lo demuestra la sentencia sobre la ya dictada por el Supremo de los ERE realizada por este tribunal de garantías, supone controlar las decisiones del poder Judicial desde su cúspide a voluntad del poder político. El contorsionismo constructivista exhibido en la ley de amnistía entraña la primera gran andanada, definitiva por su carácter de inauguración de un nuevo sistema, contra el actual ordenamiento constitucional, no sólo por ir contra su texto sino por el espurio procedimiento de ser redactada por sus beneficiarios y aprobada por tan pequeña mayoría, lo que la eleva a imposición autoritaria. El abandono y distanciamiento del Gobierno con la Corona supone un abandono y distanciamiento con otro elemento básico constitucional. El desprecio que supone la negativa a presentar los presupuestos clarifica la naturaleza arbitraria del poder que nos gobierna, mostrando ese derrumbe constitucional, por no citar el abuso de decretos ley así como dos estados de alarmas que fueron ilegales, pues por escrúpulo buenista se negó a aplicar con el nombre de estados de excepción, que lo fueron.

Finalmente tuvo que venir del norte la presión política, reinaugurando la nefasta trayectoria decimonónica por la que las decisiones sensatas se tomaban por presión de nuestros vecinos europeos, para que se haya llegado a un acuerdo en el nombramiento del Consejo General del Poder Judicial. De todas formas, presión o influencia europea, mucho más saludable que la del populismo bolivariano que rige la política en manos del sanchismo. Pues no deja de ser contradictorio que a las pocas fechas de haber anunciado nuestro líder presidente la elevación de un muro con la fachosfera, y a menos fechas de la amenaza de la “regeneración democrática” dirigida contra jueces y medios de comunicación no afectos, se haya producido el acuerdo con el PP. Acuerdo, que por muy limitado que sea, no deja de romper la estrategia del NO es No que Sánchez proclamara desde su salida de corrales. Aquí ha habido presión, y mucha, para que nuestro líder dé este nuevo volantazo. Acuerdo positivo, el `problema: lo mismo que da este volantazo en un sentido mañana lo hace en el contrario como parece que hoy hace Bolaños. Espero que la advertencia europea haya sido lo suficientemente contundente.

Y como el acuerdo no ha dejado de sorprender, y el líder dirige un circo de tres pistas en el que no dejan de crecerle los (censuro la palabra que iba a usar) problemas. Con Illa, Puigdemont, ERC, Podemos, los Presupuestos, su señora, su hermano, el Koldo, Avalos, el Fiscal, en la cuerda floja, decida en otoño (otra vez en vacaciones de verano sería demasiado) convocar elecciones. ¿Volverá?

Salvo no se repitan serias presiones…, lo intentará.