Independencia

EL MUNDO 24/01/15
ENRIC GONZÁLEZ

SOY ciudadano español. He vivido en Italia. Llevo unos días en Grecia. Y creo que no puedo asimilar más historias de incompetencia, corrupción, mangoneo, demagogia y servilismo. Simplemente, no puedo más. La Europa mediterránea es un desastre. Un desastre bastante cómodo, con clima benigno, excelente cocina, alta creatividad y gente simpática; eso no matiza ni aligera la evidencia de que nuestras sociedades carecen de aptitudes para gestionarse por sí mismas.

Uno a uno e incluso en pequeños grupos, entre los que incluyo a ciertas empresas y proyectos, tenemos nuestra gracia. En conjunto carecemos de ella.

Permítanme una osadía. Tómenla como una boutade, si quieren. Dado que mi pasaporte certifica mi nacionalidad española, pago mis impuestos (sin defraudar un euro) en España y me amargan más las peripecias de mi país que las del resto del Mediterráneo, circunscribo mi propuesta al territorio limitado por Francia, Portugal y el mar, incluyendo las islas pertinentes. Creo que va siendo hora de organizar un referéndum para independizarnos de nosotros y rogar que se nos incluya en la República Federal de Alemania. A todos, con todo lo que llevamos a cuestas y todo el suelo que pisamos.

Dejé de creer hace tiempo en los políticos españoles y en las instituciones españolas. Tampoco creo, por supuesto, en las instituciones europeas, porque en ellas, aunque mandemos poco, también estamos nosotros. Lo que yo quiero son políticos alemanes e instituciones alemanas. Quiero jueces alemanes. Quiero escuelas alemanas. Quiero que este país sea ocupado por una burocracia ciega, justa e implacable. Sueño con lo mismo que los afrancesados del siglo XIX, pero a lo bestia, sin tonterías patrióticas ni libertades nacionales. También exijo los derechos de un ciudadano alemán, sin restricciones. Y no me propongan que emigre, porque eso no resolvería nada. España tendría un incompetente menos pero quedarían los demás. Es decir, ustedes. Con perdón.

¿Se imaginan lo que podríamos hacer si nos liberáramos del derroche, del robo sistemático de fondos públicos, de las mentiras desvergonzadas de quienes mandan, de nuestra fatal resignación ante una historia muy triste porque siempre acaba mal?

Disculpen el desahogo. Acéptenlo como una broma. Lo digo en serio.