Insaciables

LUIS VENTOSO – ABC – 03/05/15

· Ocho meses después de perder, los separatistas escoceses ya hablan de otro referéndum.

EL pasado 18 de septiembre se celebró el referéndum sobre la independencia de Escocia. Una vez que Cameron cedió y convocó la consulta, los nacionalistas escoceses adoptaron un tono cívico y mansurrón y explicaron que con aquella votación el debate quedaba «zanjado para una generación». Es decir, que si perdían respetarían el resultado y se olvidarían. Aparcarían la murga permanente del victimismo, la reivindicación cansina del propio ombligo.

Un Gobierno nacionalista obcecado con la independencia constituye una máquina de propaganda formidable. De sol a sol, los escoceses –como los catalanes bajo Mas– fueron adoctrinados con un mensaje machacón: la Unión es un mal negocio y separados viviríamos muchísimo mejor. Pero sobre todo se enfatizaba la apelación sentimental, el inefable «tenemos derecho a regir nuestro propio destino».

La música sentimentaloide de la idealización del terruño funciona y la vanidad del «yo soy superior a mi vecino», también. Pero una cosa es decir de boquilla que te gustaría irte y otra diferente hacerlo, aceptar que al día siguiente tu calidad de vida caerá drásticamente. Así que a la hora de la verdad, los escoceses se plegaron al sentido común y los unionistas ganaron rotundamente, por más de diez puntos.

En teoría el debate había quedado zanjado para una generación. Pero hoy, solo ocho meses después, una amnesia galopante cubre aquella promesa y la nueva primera ministra de Escocia, la carismática Nicola Sturgeon, ya deja caer que el año que viene podría empezar a reclamar otro referéndum.

La parábola escocesa ofrece enormes lecciones para quienes en España apuestan por la llamada «tercera vía», es decir, el pasteleo con Mas y las cesiones a los separatistas. Es un juego sin premio ni retorno, porque como demuestra Sturgeon, lo único que satisface al nacionalismo es romper y crear un nuevo país. Va en su ADN. Lo que políticos como Sturgeon, Mas o Junqueras denominan cínicamente «diálogo» se llama en realidad «trágala». Quien no acepte todas sus exigencias será tachado de intolerante, pues ellos se sitúan en un plano de superioridad moral, como si encarnasen el espíritu de todo su país, aunque más de la mitad de la población discrepe.

España es una nación mucho más antigua que el Reino Unido, que firmó el Acta de Unión entre Inglaterra y Escocia en 1707. La única vía para defender su unidad es tener fe en el propio país, resaltar las bondades de la fraternidad frente el sectarismo xenófobo y no temblar ante las abracadabrantes amenazas de ida y vuelta del separatismo. Por desgracia algo tan sencillo no siempre está al alcance de algunas de nuestras mentes más preclaras. Inolvidable el artículo del pasado noviembre en «Financial Times» –diario de soniquete antiespañol– del gurú económico de Ciudadanos. Persona inteligente y preparada, exigía echar a Rajoy y armar de inmediato un Gobierno presidido por su segunda para crear un «Estado plurinacional».

Bastó que Mas armase su seudo referéndum, ilegal y de juguete, para que el sabio propusiese raudo iniciar la liquidación de la nación más vieja de Europa. Y eso se llama no entender nada. Las cesiones no funcionan, porque simplemente son insaciables.

LUIS VENTOSO – ABC – 03/05/15