Insulto premeditado a España

ABC 21/05/15
EDITORIAL

· La alternativa es clara: consentir la humillación o advertir a las directivas del Athletic de Bilbao y del Barcelona de que las manifestaciones de ofensa al himno, a la bandera o los Reyes darán lugar a la suspensión de la final de Copa

GRUPOS nacionalistas del País Vasco y de Cataluña se están coordinando para que la final de la Copa del Rey de fútbol, que jugarán el Barcelona y el Athletic de Bilbao el próximo día 30, sea el escenario de una ofensa a los principales símbolos de la nación: la bandera, la Corona y el himno. La situación es tan aberrante que se da por hecho que la interpretación de la Marcha Real, cuando los Reyes accedan al palco del Camp Nou, esté acompañada por abucheos y pitos. No sólo se tiene por inevitable, sino que cualquier propuesta de no dejar impune semejante agravio es descartada de antemano con la cantinela habitual de no caer en la provocación o de no causar peores consecuencias que las que se quieren evitar. Tampoco puede decirse que se trate de una iniciativa marginada y deslegitimada, porque ni las directivas de los clubes implicados ni, por supuesto, las autoridades autonómicas vascas y catalanas están esforzándose por evitar que se repita el bochornoso espectáculo de otras ocasiones. Al contrario, tal y como revela hoy ABC, destacados dirigentes de CDC están implicados en la trama que organiza este intolerable agravio a todos los españoles.

La libertad de expresión tiene sus límites, como toda libertad pública, cuando ofende valores constitucionales que pueden ser, en determinadas circunstancias, prioritarios. En un acontecimiento deportivo nacional, que toma como referencia la Jefatura del Estado, no cabe legitimar el insulto y la desconsideración hacia símbolos constitucionales. Cada fin de semana es noticia la sanción que se impone a un jugador por faltar al respeto a un árbitro, o a un club por los insultos racistas de su afición contra un adversario. Todo lo cual está muy bien, pero habrá que ser coherente, porque no es cuestión de perseguir la incitación al odio y a la violencia cuando las víctimas son un árbitro o un jugador y dejarla impune cuando las víctimas son los símbolos más representativos de la Nación.

La alternativa es clara: bajar la cabeza y consentir la humillación o advertir seriamente a las directivas del Athletic de Bilbao y del Barcelona de que las manifestaciones de ofensa al himno, a la bandera o los Reyes darán lugar a la suspensión del encuentro. No es cuestión de valorar pros y contras ni de despachar el trance como una molestia que sólo dura unos minutos. Sencillamente, no debe tolerarse, porque el chantaje no puede volver a ganar la partida: si las aficiones se molestan por la suspensión del partido, que ellas mismas provocarían, hay que pensar que son muchos más los españoles –millones– los que se sienten ofendidos cada vez que la final de un torneo denominado Copa del Rey es aprovechada para insultar, con premeditación, a España.