Antonio Fernández-El Confidencial

El líder republicano avisó de que esta disposición a negociar no supondrá que ERC «regalará» sus votos al PSOE, y aseguró que no renunciarán ni a un referéndum ni a la independencia

El candidato de ERC en las elecciones del 28 de abril, Oriol Junqueras, dejó este viernes abierta la puerta a una eventual investidura del socialista Pedro Sánchez antes que permitir que haya en España «un Gobierno de extrema derecha». Lo repitió más de media docena de veces durante la única rueda de prensa que ha concedido desde que fuera encarcelado. «Tenemos la obligación de evitar que haya un Gobierno de extrema derecha en España. Y eso sería suscrito absolutamente por cualquier demócrata europeo. Y nosotros no facilitaremos ni por acción ni por omisión esa posibilidad«.

Junqueras defendió que no aplicará línea roja alguna para evitar a la extrema derecha en las instituciones españolas, aunque matizó que «tampoco daremos un cheque en blanco a quien corte el paso a la República. Entre ambas líneas rojas hay un gran espacio». Ese es el colchón que tiene para una negociación en Madrid, en la que vender cara su contribución a la gobernabilidad de España. Es el papel que tradicionalmente jugaba Convergència, ahora asumido por Esquerra, la fuerza que, de momento, parece ser la mayoritaria del espectro soberanista catalán.

 El posicionamiento de ERC no es solo una advertencia a Sánchez: es también un misil a la línea de flotación de JxCat. Porque, en definitiva, Junqueras reclamó el voto útil independentista para él y para su proyecto. No se puso límites. «Pido el voto para Esquerra para ganar con una mayoría lo suficiente amplia y clara como para poder condicionar [al nuevo Gobierno español] con nuestros votos, con nuestra entereza moral y ética y con nuestra fortaleza».

El cabeza de lista republicano solo puso nombre a uno de sus rivales: confrontó su voto con el del PSOE. ¿Casualidad? No. Los socialistas tienen opción a recuperar posiciones y a volver a ganar las generales en Cataluña. Eso sería una debacle para el independentismo. Por eso, Junqueras repitió también varias veces que o se ha de votar a su proyecto a al del PSOE, que significaría la vuelta a la aplicación del 155. Pura consigna electoralista, claro. De ese modo, mataba dos pájaros de un tiro, minimizando el papel de JxCat y escogiendo el cuerpo a cuerpo con el PSC.

Porque vino a decir que solo ERC podrá mantener alto el pabellón independentista. «Nunca el independentismo ganó unas elecciones generales en Cataluña ni superó el 50%. Por eso, ahora necesitamos la implicación de todos. Que nadie se quede en casa«. Advirtió que una victoria amplia acercará la República a Cataluña y apostó por el diálogo para poder llegar a «ese objetivo democrático del referéndum». En este sentido, dejó claro que «si no nos hemos cansado ni acobardado por todo lo que nos han hecho, por la guerra sucia que han utilizado contra nosotros, no nos cansaremos ni nos acobardaremos nunca. A mí me piden 25 años de prisión, pero sigo diciendo lo mismo. Imagínense si es fuerte nuestra fuerza de voluntad».

El peligro de un pacto PSOE-Ciudadanos

Alertó también el dirigente republicano del peligro de que el PSOE pueda formar un gobierno con Ciudadanos. «Necesitamos ganar con una amplísima mayoría. Es lógico que el PSOE defienda su posición de no a la independencia y no al referéndum. Nosotros defenderemos la nuestra. Pero si el PSOE puede, pactará con Ciudadanos y si eso pasa, convertirá en ministros a dirigentes de Ciudadanos. Nuestro proyecto es distinto. El independentismo tiene la opción de ganar por primera vez unas elecciones generales en Cataluña y es una pena que perdiéramos esta oportunidad. Sería una lástima que ganaran aquéllos que aprobaron un 155, que para nosotros es ilegítimo, incorrecto, un perjuicio. No debemos olvidar que el PSOE apoyó el 155 y Pedro Sánchez ha dicho que lo volverá a aplicar».

De ahí que reclame una victoria amplia. «No hay un límite para conseguir el referéndum. El límite será el que decidan los ciudadanos. Si no nos votan, ese límite se desplazará más lejos. Pero si somos muchos los que defendemos la República, si nos votan, el límite se recortará«.

Ante la posible acumulación de cargos que tendrá el líder de ERC (ya es diputado en el Parlament, puede ser diputado tras el 28-A y también es el cabeza de lista en las europeas), señaló que su objetivo inmediato es quedarse con el acta de diputado en el Congreso «para evidenciar la profunda anomalía que vivimos».

Evitó en todo momento criticar a sus rivales de JxCat y se limitó a desgranar que ERC solo quiere lo mejor para los ciudadanos. Pero dejó la puerta abierta a otras fórmulas de colaboración política más allá del estricto frente soberanista. «Nosotros hemos sido los socios más fieles que ha tenido el pueblo de Cataluña. Y defenderemos las mayorías del pueblo que coincidan con nuestros intereses. Pero también estamos disgustos a entendernos con mucha gente, evidentemente, en especial con la gente que proviene del espacio convergente».

Por último, se refirió a la necesidad del independentismo de ganar aliados internacionales como la fórmula para que tenga éxito la secesión. «Las opiniones públicas internacionales jugarán un papel decisivo en nuestro proyecto. Son nuestros mejores aliados para conseguir nuestros objetivos», afirmó. Y subrayó que «trabajaremos para que el punto de encuentro sea el de la República, el de la independencia. Si conseguimos generar simpatías en la comunidad internacional y simpatías en la ciudadanía, lograremos que ese punto de encuentro se encuentre más cerca de la independencia. De lo contrario, si queremos 155, ya tenemos al PSOE».