La cuarta vía

EDURNE URIARTE, ABC – 29/07/14

· El silencio, el miedo, el deseo de aceptación han llegado a tal punto que se está produciendo un cambio politológico completamente inusual, el de las propias identidades.

He explicado en estas páginas por qué la Tercera vía es un callejón sin salida («La Tercera Vía no existe») o una falsa solución que daría lugar a nuevos problemas. Tanto si se dan privilegios fiscales a Cataluña como si se eliminan completamente las competencias del Estado en lengua y educación, las dos propuestas de la Tercera vía. Pero existe, sí, existe, una Cuarta Vía que apenas se ha explorado. Y que no va a conseguir solución alguna a corto plazo, no existe tal cosa para el conflicto soberanista, pero sí la construcción de una alternativa al secesionismo.

Consiste en la normalización cotidiana de la identidad dual, catalana y española, en la defensa de la libertad de sentirla y vivirla. Consiste en hacer públicamente visible y relevante tal identidad, al menos al nivel en que se muestra en las encuestas. Consiste en sacarla de su silencio, secretismo y anonimato actuales. Consiste en combatir el miedo a manifestarla. Consiste en dar voz a los catalanes y españoles que, a pesar de ser mayoría, apenas tienen cabida en el debate público catalán.

Todo tan obvio y tan poco fomentado. ¿Pero no la representan el PP catalán, Ciutadans y una parte del PSC? Tan sólo parcial y débilmente. Porque su posición es neutralizada por sus propios enfrentamientos políticos. Porque apenas es acompañada por una movilización social e intelectual, sobre todo del resto de España. Y porque algunos han conseguido que los ciudadanos confundan la posición de estos partidos con una especie de radicalismo españolista y anticatalán, equiparable al nacionalismo más extremista. De tal manera que vivimos bajo la idea de que, frente al independentismo, habría tan sólo tres respuestas posibles: aceptar el referéndum independentista, rechazarlo de pleno, y la Tercera vía o la aceptación parcial de sus exigencias.

La Cuarta vía implica el rechazo del referéndum independentista, sí, pero de la misma manera que implica el rechazo de la eliminación de las autonomías, o de las dos posiciones que sí son equiparables en este debate. Pero ni mucho menos es inmovilista, como manipulan algunos. Todo lo contrario, su esencia es la movilización y el cambio. Y, además, en una contexto cultural y político, el de la Cataluña dominada por el nacionalismo, que la hace arriesgada y rupturista. Tan arriesgada que han tenido que pasar varias décadas para que nazca algo como Societat Civil Catalana. Por lo que dice su presidente, Josep Ramón Bosch, que «aquí, si te sientes español, te tachan de franquista», o que «los no independentistas vivimos en la segregación».

El silencio, el miedo, el deseo de aceptación han llegado a tal punto que se está produciendo un cambio politológico completamente inusual, el de las propias identidades. Según las encuestas del CEO (Centre d´Estudis d´Opinió), los catalanes que se sienten exclusivamente catalanes han pasado del 14,2% en 2006 al 31% en marzo de 2014, mientras que la identidad dual ha bajado del 75,4% al 62,5%. E, igualmente asombroso por su volumen, el apoyo a la independencia ha pasado del 19,4% en 2010 al 45,2% en 2014.

Es posible que los efectos del sistema educativo expliquen algo del impresionante cambio anterior. Pero más relevante parece la influencia del miedo a la discrepancia en las propias respuestas a las encuestas. Es ahí donde está la alternativa al secesionismo, en la palabra sin miedo de los discrepantes. A eso llamo la Cuarta vía.

EDURNE URIARTE, ABC – 29/07/14