La cumparsita

FERNANDO SAVATER, EL CORREO 25/08/13

Fernando Savater
Fernando Savater

· Todos los días nos vocean que en Euskadi vivimos un tiempo nuevo, pero por lo visto hay cosas que no van a cambiar.

Si no fuese por las implicaciones siniestras del asunto, toda la movida en torno a la txupinera que no lo fue pero lo fue de la Aste Nagusia bilbaína da para reírse a gusto. De modo que las comparsas eligen casualmente como txupinera a una señora o señorita que está vinculada de cien modos al orbe de Batasuna, los presos etarras, etc… Como hubiera dicho aquel hombre ilustre: «¿Qué de malo hay en ello?». Creer que en tal elección puede haber un componente de sectarismo son evidentemente ganas de enredar. ¿Acaso no ha habido ya varias txupineras relacionadas con las víctimas del terrorismo, con Gesto por la Paz y otras asociaciones cívicas del mismo corte, es decir con la cultura de signo no nacionalista? ¿Que no las ha habido? Bueno, será otra casualidad. A lo que íbamos: el delegado del Gobierno, señor Urquijo, interpuso recurso contra ese nombramiento y el juez lo aceptó, por lo que la txupinera oficial no podía serlo.

¿Habráse visto mayor muestra de sectarismo? Es evidente que pretende politizar las fiestas, hasta entonces inmaculadas como el culito de un bebé. Como bien dijo la pregonera, cuya imparcialidad está fuera de toda duda, «¡basta ya! Queremos gozar de cada segundo de fiestas, independientemente de razas, sexos e ideologías políticas». Y en efecto, así ha sido finalmente. La txupinera-que-no-lo-era estuvo en el balcón del Arriaga, festejada por los suyos, y se exhibieron como es debido carteles a favor de la amnistía y de los presos etarras, de modo que todos contentos. Como han informado algunos, se impidió la división en el inicio de la fiesta. En efecto, cedieron los de siempre, disimularon rezongando también los de siempre y se llevaron el gato al agua, ay, más o menos los de siempre, pero eso sí, no hubo división. Qué risa.

Todos los días nos vocean que en Euskadi vivimos un tiempo nuevo, pero por lo visto hay cosas que no van a cambiar. Aquí sólo politiza quien se opone a lo que debe ser por euskonaturaleza: el guardia civil que detiene al etarra, el que quita el cartel en loor de los presos terroristas, el delegado gubernamental que interfiere con el nombramiento de la txupinera batasunera y todo así. Los demás no politizan, porque se limitan a expresar lo que quiere el pueblo vasco, de cuya alma son únicos arúspices y de cuya voz son simples megáfonos. Lo peor que se les puede decir como reproche, si no se quiere caer en la crispación, es una súplica: «¡Hombre, no seáis así, que estamos en un tiempo nuevo!». O quizá reconocer, como creo haber oído decir a la concejala de fiestas del consistorio bilbaíno, que «todos somos un poco culpables de lo que pasa». Claro, entre unos y otros… entre ETA y la Guardia Civil… entre Bildu y el delegado del Gobierno… pues que no nos dejan disfrutar la fiesta en paz.

¡La eterna fiesta vasca, siempre interferida por la malicia de aquellos y de éstos! ¡La de carnavales y tamborradas que hubo que suspender cuando asesinaron a alguien en pleno jolgorio, la de equipos vascos que tuvieron que saltar al campo con brazaletes negros en la manga y hacer minutos de silencio por secuestrados, la de festivales de cine interrumpidos por lo mismo, la de merecidos días de fiesta que no hemos podido gozar como es debido porque se interrumpieron los actos por alguna víctima, la de protestas que hubo que atender por carteles que ensalzaban a terroristas y la de tiempo que se perdió quitando otros en los que se amenazaba con una diana a ciudadanos! ¡Cuántos sacrificios hemos hecho! En efecto, tiene razón la pregonera de la Aste Nagusia bilbaína: ¡ya está bien, que nos dejen por una vez divertirnos tranquilamente y sin remordimientos!

Vamos viendo lo que entienden por ‘paz’ los hermanos bildutarras, esa paz para cuyo logro se nos quieren asestar no sé cuantas conferencias internacionales. Es un panorama social ocupado por el espectáculo permanente del exhibicionismo abertzale, encargado de borrar del ‘pueblo’ todo lo que no coincide con su monopolio, ayer homicida y hoy más bien paleto. Razón tienen las víctimas de ETA para sentirse ofendidas, pero no nos engañemos porque hay muchas más víctimas que las oficialmente censadas, incluso muchas que no saben que lo son. Son víctimas todos los que ya se han resignado a guardarse para sí lo que piensan para no enfrentarse a ‘ellos’, los que acatan que las calles de las ciudades en fiestas estén emporcadas de propaganda proetarra y son víctimas los que se contentan con ser nativos dentro de la tribu en lugar de reivindicar su ciudadanía. Porque el terrorismo de ETA ha tenido muchos comparsas, aún los tiene y no todos ejercen sólo en la Aste Nagusia. Ayer administraron la guerra y hoy administrarán la paz… cortada a su medida como botín social. Una última cosa: señor Urquijo, ya sé que usted no va a contar con tantos comparsas como ‘ellos’, de modo que permita que uno de los ciudadanos que pagan el sueldo que usted tan dignamente se gana le mande un abrazo.

FERNANDO SAVATER, EL CORREO 25/08/13