La ducha escocesa

La experiencia ha demostrado que la ducha escocesa en política antiterrorista tiene peligros. ‘Negociar y perseguir’ le pudo sonar bien a un presidente recién llegado. Pero no hay espacio para la cohabitación de esos dos conceptos. Si los interlocutores de ETA se sentían ‘a salvo’ por sus contactos telefónicos, es lógico que en su entorno las detenciones hayan caído como una traición.

Será por seguir la corriente a la contradictoria primavera (sol y lluvia, frío y calor) o porque los gestores de la ‘cosa pública’ están sufriendo un bloqueo mental, pero el caso es que la política está hecha una ‘ducha escocesa’. Si los interlocutores de ETA tenían garantizada su libertad de movimiento por Francia, con un par de teléfonos de salvoconducto que les situaba, prácticamente, en el despacho contiguo de Sarkozy, y al mismo tiempo los ministros de interior español y francés quieren impedir la reconstrucción de la banda, podría parecer que estamos ante una operación de diseño digna de Jean Nouvel.

Pero no. En política antiterrorista, los experimentos de creación suelen topar con la cruda realidad. Al final, la experiencia ha demostrado que la ducha escocesa, en esta cuestión, tiene sus peligros. ‘Negociar y perseguir’ le pudo sonar bien a un presidente como Zapatero recién llegado al poder, con la consiguiente vanidad del primerizo que cree que él sí va a poder lograr lo que otros no consiguieron. Pero, después de tres años de gobierno, tendrá que darse cuenta de que, en este espinoso capítulo, no hay espacio para la cohabitación de estos dos conceptos tan antagónicos.

La Historia lo ha ido demostrando. Y si los interlocutores de ETA se sentían ‘a salvo’ de detenciones debido a sus contactos telefónicos, parece lógico que en su entorno las detenciones hayan caído como una traición a un acuerdo no escrito. Y así, quienes vinieron a decir a los policías franceses ‘¿saben ustedes a quiénes tienen delante?’ terminaron en un lugar muy diferente al que habían imaginado. Los datos que, por otra parte, maneja la policía no les permite ser muy optimistas en cuanto a los planes de la banda terrorista. ETA quiere volver a interferir en la vida política si las cosas no salen como ellos quieren.

Por eso se le da tanta importancia al papel que va a desempeñar el grupo de Otegi y sus diferentes marcas electorales en la próxima cita con las urnas. Desde la ilegalizada Batasuna van tan ‘sobrados’ que se creen que ellos ya han puesto todo de su parte y que ya son merecedores, sin haber roto con ETA, de poder presentarse como unos candidatos más. Suena a broma, ¿no? Pero esto es lo que hay. Y como su juego a traspasar responsabilidades no tiene límite, Batasuna quiere que los demás partidos le pongan por escrito «qué están dispuestos a hacer» (los demás, no ellos) para garantizar que los socios de Otegi van a poder estar en los próximos Ayuntamientos, por la vía legal; o sea, sin tener que asaltarlos.

Existe, en fin, tanta perversión de conceptos que la portavoz Miren Azkarate declara que el lehendakari no se reunió con Batasuna sino con la «sensibilidad política» de la izquierda abertzale. Lástima que el Gobierno no haya demostrado tanta ternura desmesurada con quienes no pueden presentarse a las elecciones por estar amenazados.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 18/4/2007