La estrategia terrorista del Estado Islámico

MIGUEL ÁNGEL BALLESTEROS, ABC – 24/08/14

· Con la salida de las tropas estadounidenses de Irak, el primer ministro Al Maliqui desarrolló una política sectaria que marginaba a los suníes frente a los chiíes. Con el tiempo, el malestar suní les llevó a apoyar al Estado Islámico de Irak, organización de Al Qaida en Irak, en su lucha contra los chiíes, a los que consideran apóstatas.

La guerra en Siria contra el régimen alauí, rama del islam próxima al c hi í s mo i ra ní , s upuso para l os yihadistas de Irak una oportunidad para extender su influencia hacia Damasco. En abril de 2013 cambió su denominación por la de Emirato de Irak y Levante, también llamado de Irak y Siria (ISIS). Envió 5.000 combatientes e intentó absorber al Frente Al Nusra, el grupo de Al Qaida en Siria, llegando a luchar entre ellos por el control de la ciudad de Raqqa. Todo con la oposición del líder de Al Qaida, Aimán Alzawahiri, quien el 3 de febrero de 2014 publicó un comunicado repudiando al Estado Islámico.

El pasado 29 de junio, primer día del Ramadán, el ISIS proclamaba el califato y una nueva y ambiciosa denominación, Estado Islámico, que aunque sigue compartiendo el objetivo final con Al Qaida, el establecimiento del califato en todos los territorios que un día fueron musulmanes; sus e st ra t e gi as son diferentes.

La estrategia del EI se basa en el control de ciudades y carreteras. Esto le otorga nuevas fuentes de financiación y reclutamiento. El 10 de junio tomaron Mosul y se apoderaron de 755 millones de euros que había en los bancos. Cada día es capaz de recaudar 2,2 millones de euros de diversas actividades, como el cobro a los vehículos en los controles de carreteras o de la venta clandestina de petróleo. Según el régimen de Damasco, la venta de petróleo sirio les proporciona 3,7 millones de euros al día.

Vehículos de EE.UU.

La toma de ciudades también les proporciona el armamento procedente de guarniciones militares y policiales iraquíes. Resulta paradójico ver sus banderas negras en vehículos de fabricación estadounidense o en los potentes misiles SCUD del Ejército iraquí. A todo esto hay que añadir, el incremento de la capacidad de reclutamiento entre los civiles de las poblaciones conquistadas, mediante la intimidación y el terror.

Hasta ahora, el terror tenía como principal cometido, doblegar la voluntad de la población de los países que se oponen al yihadismo. Por ejemplo, el vídeo de la decapitación del periodista James Foley está dirigido a los ciudadanos estadounidenses para que rechacen cualquier tipo de intervención de sus tropas en Irak o Siria. Sin embargo, en la nueva estrategia del EI, el terror sin límites también se emplea contra la población de los territorios ocupados para suplir la escasez de efectivos necesarios para su control. Esta es una de las principales discrepancias con Al Zawahiri que cree que esto se volverá en contra del Estado Islámico.

Eliminar fronteras

La proclamación del califato forma parte de su estrategia. Con esto elimina las fronteras entre Irak y Siria; de ahí su interés por controlar las ciudades fronterizas.

El califato rememora la época de mayor poder de los musulmanes en el siglo VII de la mano de los Omeyas, lo que le hace especialmente atractivo para el reclutamiento de nuevos combatientes musulmanes. Solo de Túnez han salido más de 3.000 yihadistas para combatir en Irak y Siria. El regreso de estos yihadistas con su ideología y su experiencia de combate, les convierte en elementos capaces de organizar grupos terroristas en sus países de origen, incluido España. Según el gobierno iraquí, en febrero, el EI disponía de unos 12.000 combatientes entre Irak y Siria. Hoy superan los 15.000.

Su líder, el califa Ibrahim, en su sermón en la gran mezquita de Mosul el pasado 4 de julio, solicitó obediencia a todos los musulmanes y que se trasladen a las tierras del nuevo califato, rechazando la democracia, la laicidad y el nacionalismo. Esto relega a Al Qaida y a sus líderes a un segundo plano.

Actualmente, el EI controla el 35 % del territorio sirio y gran parte del territorio suní iraquí. Territorios donde viven cerca de quince millones de personas. La pregunta es si es capaz de proporcionarles los servicios propios de un Estado. Ningún grupo terrorista ha llegado a tener tanto poder político, económico y armamentístico, lo que podría desestabilizar otras zonas, entre ellas el Líbano donde paradójicamente el escudo de Hizbolá, le convierte en aliado estratégico de Occidente de donde han salido no pocos yihadistas.

MIGUEL ÁNGEL BALLESTEROS, ABC – 24/08/14