La izquierda de la calle

ABC 13/06/14 – CARLOS HERRERA

· ¿Cómo no va a ser inviolable la figura del Jefe del Estado si es aforado cualquier mindundi?

Digamos que una vez resuelto el problema planteado por la abdicación del Rey Juan Carlos, quedan ahora por delante los problemas que no se solucionan solo mediante mayorías absolutas en la Cámara de Representantes. Son problemas de representación pero afectan a partidos políticos que tienen que articular la gobernación del país, esa cosa que se considera tan sencilla a poco que se analicen los programas de cada uno de los aspirantes al puesto de mando.

Hablamos del PSOE. Los socialistas españoles andan coqueteando con el desmerengamiento por una lado y con el levantamiento por otro. Un simple vistazo a los candidatos a ser votados por la militancia –que luego han de ser refrendados por los delegados de un congreso y después por la elección en supuestas «primarias» abiertas–, da una idea de la senda tortuosa que le espera a la izquierda «moderada» española para dar con una salida efectiva a su crisis. Sabemos que el profesor Pérez Tapias aspira a contar con los diez mil avales, pero no es seguro que lo consiga. Es un señor de izquierdas con fundamento ideológico e intelectual, pero sin tirón mediático. También sabemos que Pedro Sánchez-Castejón, diputado por Madrid, intenta ser esa vía que garantice el viejo dogma socialista: se gana con la izquierda y se gobierna con la derecha. Sánchez resulta ser de todos los candidatos el que menos ha movido los muebles al objeto de producir ruido en los medios de comunicación. Sánchez es una suerte de moderado con instrucción que procura no cometer el pecado de agitación mediática a base de «boutades» facilonas.

Cayó en una de ellas hace pocos días cuando, por pedir, reclamaba que el nuevo Rey no gozase del privilegio de inviolabilidad que le garantiza la Constitución. Le faltó añadir que sería aconsejable que el ejército de aforados a los que la legislación española les garantiza protección ante la acción judicial de cualquiera renunciaran a ese privilegio. No lo hizo porque la llamativa proclama estaba destinada a llamar la atención del republicanismo ramplón. ¿Cómo no va a ser inviolable la figura del Jefe del Estado si es aforado cualquier mindundi de pueblo? Sánchez, con todo, es el que menos parece dispuesto a decir tonterías de todos los que aspiran al cetro de Rubalcaba.

En realidad, la que menos tonterías decía era Susana Díaz, pero sabido es que ha preferido un repliegue táctico antes que un excesivo riesgo de abrasión en próximos encuentros electorales. Ella, por demás, abomina del tacticismo, pero ya me dirán a qué ha dedicado su tiempo en el partido si no a elaborar auténticos tratados de táctica e intriga para ir ganando posiciones a lo largo de estos últimos años.
 
A Eduardo Madina, representante de la espesa política de la nadería retórica, le ha salido un contrincante en la persona de Alberto Sotillos, joven socialista entroncado familiarmente con la vieja escuela felipista de su padre, Eduardo Sotillos, gran periodista de la Transición al que la radio le debe muchos de sus mejores momentos, pero con ninguna concomitancia con la escuela de pensamiento que vino a representar el felipismo y los jóvenes socialistas que en Suresnes licenciaron a los viejos Llopis y compañía. Sotillos es el ejemplo mejor de aquellos socialistas que creen que todo ejercicio retórico es un ejercicio práctico en la resolución de los problemas del país.
 
Es de aquellos que creen que su electorado no está en el centro izquierda, sino que reside en los votantes que han confiado en plataformas como «Podemos» y otras semejantes. Por decir, incluso, dice las mismas cosas o cosas parecidas. Recuerdo una vez más a uno de los más preclaros socialistas de este siglo y del pasado, Nicolás Redondo Terreros, cuando sentencia: «si jugamos a Podemos, gana Podemos». Así está el patio en la izquierda de la calle, lo cual no es, precisamente, una garantía de serenidad.
 
ABC 13/06/14 – CARLOS HERRERA