La ley de la calle

TONIA ETXARRI, EL CORREO – 10/09/14

Tonia Etxarri
Tonia Etxarri

· Un día antes de la celebración de la Diada («la definitiva»), los promotores de la demostración ciudadana respiran aliviados. Seguramente conseguirán la movilización que tanto les estaba costando. Mañana, cuando se despliegue la ‘V’ humana, debidamente publicitada por los medios de comunicación catalanes, no se conformarán con la comparación de las dos últimas Diadas. Porque este año, a pesar de que el escándalo del clan Pujol puede tener un efecto desmovilizador, todos los focos estarán dirigidos hacia la convocatoria de la consulta ilegal del próximo 9 de noviembre.

Y ante las dificultades con que van a topar para poner las urnas, los independentistas catalanes quieren contraponer «la voluntad popular», como máxima expresión de la democracia, al cumplimiento de la legalidad.

A medida que se acerca la fecha, sin embargo, el grado de ‘insumisión’ va alcanzando grados. Desde ERC, que se ven ya los dueños del destino de los catalanes en las próximas elecciones autonómicas, y la ANC hablan sin tapujos de saltarse la legalidad, de no hacer caso de las consideraciones europeas ni de las sentencias del Tribunal Constitucional. Pero Artur Mas, que está empezando a sufrir los efectos de un desdoblamiento de su personalidad política pareciéndose cada vez más a su compañero dimisionario de Unió democrática (que unas veces se siente Duran y otras Lleida), está mostrando síntomas similares.

Artur, después de haber insistido hasta el cansancio en que la convocatoria de la consulta se iba a hacer «sí o sí», se nos torna ‘Mas’ para preguntarse públicamente qué sentido tiene que Cataluña sea independiente si no es reconocida internacionalmente. !Con el dinero que se ha gastado (dinero público se entiende) para publicitar su consulta a lo largo y ancho del planeta!

Quienes hemos vivido de cerca las primeras celebraciones de la Diada, cuando se conmemoraba de forma unitaria entre todos los partidos, hemos podido comprobar que el ascenso progresivo de la pulsión independentista en Cataluña no tiene más de cuatro años. El desafecto manifestado en sus expresiones más radicales es relativamente reciente. Justo después de que la crisis pusiera de manifiesto la incapacidad del Gobierno de Artur Mas para gestionar las dificultades (había heredado del tripartito un déficit de 18.000 millones de euros) y se envolviera en la senyera para echar la culpa a Madrid, después de que la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto encendiera los ánimos de los independentistas.

Tan incapaz para gobernar que sus legislaturas han sido más bien cortas. En el 2010. En el 2012 convocó elecciones anticipadas y las urnas le castigaron. Desde entonces, preso de la segunda fuerza, ERC, no ha hecho otra cosa que caer en la espiral de la radicalidad. Mañana veremos a muchos ciudadanos insatisfechos por pertenecer a España. Pero Mas sabe que no les da derecho a atribuirse la representación de toda la ciudadanía.

El PNV de Urkullu, que aprendió de los errores de su antecesor, quiere un pacto con el Estado para reformar el Estatuto vasco. No es que sea más moderado que CiU. Es que la presión independentista en las calles de Euskadi es sensiblemente inferior a la catalana. Si Mas convoca, de nuevo, elecciones anticipadas, habrá seguido, uno a uno, los pasos que marcó Ibarretxe. Cinco años después.

TONIA ETXARRI, EL CORREO – 10/09/14