CRISTINA LOSADA – LIBERTAD DIGITAL – 21/01/16
· No estamos en Alemania, eso está claro. Allí, las grandes coaliciones se plantearon como opción de gobierno enseguida. Los partidos explicitaron rápidamente cuáles eran sus preferencias y, por puro proceso de eliminación de las combinaciones imposibles, los dos grandes partidos se pusieron a negociar un acuerdo de gobierno. En negociar ese acuerdo sí se tomaron tiempo.
Así fue hace tres años. El SPD logró que la CDU aceptara medidas típicas de un programa socialdemócrata (subida del salario mínimo, mejoras de las pensiones, más inversión en infraestructuras e investigación) y la CDU obtuvo del SPD el compromiso de mantener la disciplina fiscal y presupuestaria.
Todo eso parece razonable, y hay que preguntarse por qué no es posible aquí. Una respuesta corta es que no se pasa de un día para el otro de la confrontación a cara de perro al acuerdo de gobierno. Alemania ya tenía ensayada la gran coalición: la primera se hizo en los años 60. Otra parte de la respuesta se encuentra en la situación de la izquierda. En las ocasiones que desembocaron en gobiernos rojinegros, los socialdemócratas no tenían a un partido competidor a punto de hacerles el sorpasso. Aun así, el SPD dudó en 2013: se vio como perdedor de la gran coalición anterior y sometió a referéndum de sus miembros el acuerdo negociado con Merkel.
A día de hoy, en España, las preferencias de pacto de algunos de los partidos clave todavía se están cocinando. Sólo se saben con alguna seguridad, y mucha confusión, unas pocas cosas: Rajoy quiere ser presidente del Gobierno con el apoyo de PSOE y Ciudadanos; Sánchez también quiere ser presidente del Gobierno, no está por apoyar a Rajoy y no explicita si su socio preferido es Iglesias; Podemos quiere lo que llama un Gobierno de izquierdas y tienta a Sánchez; Ciudadanos propuso un acuerdo a tres bandas, aunque sin entrar en el Gobierno, y no respaldará un tándem PSOE-Podemos.
Mantenga o no Podemos el referéndum de autodeterminación como condición sine qua non para un pacto con los socialistas, ese acuerdo es de alto riesgo. Hablamos de un partido que se propone impugnar el sistema político, no comparte consensos constitucionales básicos, está dispuesto a facilitar la desintegración de España y rechaza las líneas maestras de la política económica de la eurozona y la UE. Siendo como es un partido fluctuante, podrá hacer un Syriza: declarar la guerra a la austeridad, la troika, Merkel y todo eso, y luego firmar la paz deshonrosa. Pero Syriza lo hizo una vez en el poder, no antes. Recuérdese, de paso, que Tsipras ganó por primera vez las elecciones contra un Gobierno de coalición derecha-izquierda.
Hay una alternativa entre la gran coalición imposible y la probable alianza del PSOE con una izquierda populista: una pequeña coalición del PSOE y Ciudadanos. Un Gobierno así reuniría a la vez elementos de cambio y de continuidad: un reflejo aproximado del resultado electoral. No pondría en cuestión los grandes ejes de la Constitución y de la política económica, no emprendería aventuras inciertas ni plantearía enmiendas a la totalidad, y estaría obligado a conseguir el apoyo puntual de otros partidos para leyes y reformas.
Naturalmente, tendría que contar con la colaboración abstencionista del PP para la investidura. Pero si Rajoy no logra los votos para ser presidente y el Partido Popular valora la estabilidad de España, la pequeña coalición PSOE-C’s será la alternativa menos mala de las posibles.
CRISTINA LOSADA – LIBERTAD DIGITAL – 21/01/16