La segunda generación

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 18/01/15

· La guerra contra el yihadismo va a ser más larga y difícil de ganar que todas las guerras anteriores.

Cómo se combate el yihadismo en nuestros propios países es hoy una de las principales preocupaciones europeas. Se suceden las reuniones de expertos y se intercambian planes para lo que ya se denomina «nueva guerra», habiéndose llegado de momento a una sola conclusión: que va a ser más larga y difícil de ganar que todas las guerras anteriores. Pero que hay que ganarla porque está en juego no solo nuestra civilización, sino también nuestras vidas.

Entre las conclusiones provisionales, las más importante es que debe centrarse la atención en los musulmanes de segunda generación nacidos ya en Europa. Sus padres, que abandonaron su país de origen huyendo de la pobreza y de la violencia en busca de una vida mejor para sus familias, han hecho lo que han podido, aceptando los trabajos más duros y peor pagados, adaptándose en lo posible a las costumbres de los países huéspedes, sin perder las suyas. Sus hijos son otra cosa. Van a la escuela entre alumnos locales, que les desprecian –¡hay que ver lo crueles que pueden ser los niños!–, forman piña entre ellos y siguen hablando en casa el idioma de sus padres. Viven, pues, una esquizofrenia cultural y social. Ya en el bachillerato –que coincide con la adolescencia, edad crítica– esos rasgos se acentúan.

Siguen retrasados respecto a sus condiscípulos, faltan a clase, cometen pequeñas fechorías, pierden algún curso y muchos no terminan esos estudios, lo que les impide cursar una carrera. Ya mayores de edad, las pequeñas fechorías se convierten en delitos y van a la cárcel. Que es el verdadero centro de reclutamiento de yihadistas, no las mezquitas, aunque nunca faltará algún ulema que predicará la yihá en vez del Corán. Pero es en las cárceles dónde se les enseñará que no son inferiores sino «soldados de Alá», fuertes, altivos, poderosos. Algo que les quita los complejos. El próximo paso al salir de la cárcel es irse a Yemen o a Siria a aprender a matar infieles, no sólo allí, sino en el país donde han nacido, con internet como vehículo de comunicación.

¿Cómo se combate todo eso? Es en lo que estamos. Pero que se trata de una tarea enorme se percibe a simple vista. Siendo internet un invento occidental, no debería ser imposible encontrar medios para detectar reclamos de captación y planes de atentados, aunque habrá que cuidar no extralimitarse. También habrá que tomar medidas más estrictas sobre los que van a los países donde Al Qaida, el Estado Islámico o Boko Haram tienen sus madrigueras, para regresar luego a los de su origen.

Ello requerirá muchos más medios, mucha más gente, mucho más dinero. Pero se trata de una nueva guerra, y las nuevas guerras exigen nuevas estrategias. Aunque las atestadas y lóbregas cárceles escapan a los controles habituales, no conviene olvidar que su paso por ellas viene a ser la carrera que les faltaba. En terrorismo yihadista.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 18/01/15