La trampa de Felipe

EDURNE URIARTE – ABC – 01/09/15

· González sabe que es muy difícil, si no imposible, una respuesta eficaz al independentismo desde la propia Cataluña sin la unidad del españolismo, de quienes desean una Cataluña española.

Como escribió ayer Luis Ventoso, lo primero que debemos decirle a Felipe González es que «Bienvenido al club». Me alegro de que un líder socialista de su trascendencia nacional e internacional suscriba (en su artículo del domingo) casi al cien por cien lo que venimos diciendo muchos otros sobre el golpe a la democracia del independentismo catalán. Lo que yo misma he escrito y dicho decenas de veces, lo que sostiene este periódico desde hace años, lo que defiende el presidente Rajoy y toda la derecha, lo que también piensa una parte del socialismo. Que es una ilegalidad, una locura, un suicido para Cataluña.

Lo segundo que debemos decirle a Felipe González es que convenza a los suyos de sus ideas, no sólo a los nacionalistas catalanes a quienes se dirige en su artículo. El problema, él lo sabe, no son sólo los nacionalistas catalanes. El problema, casi igual de importante, es la soledad de la derecha en la defensa de la unidad nacional. Porque una buena parte del socialismo, empezando por su líder actual, se ha convertido al zapaterismo, es decir, al socialismo nacionalista. Si el nacionalismo catalán se ha colocado en esta locura extremista se debe en parte a la comprensión recibida desde la izquierda. A que tal izquierda, la suya, la de Felipe, ha realizado más esfuerzos en deslegitimar la posición de la derecha y del españolismo constitucional, legal y democrático que en combatir al independentismo.

Felipe González sabe que es muy difícil, si no imposible, una respuesta eficaz al independentismo desde la propia Cataluña sin la unidad del españolismo, de quienes desean una Cataluña española. ¿Con un PSC que huye despavorido de cualquier propuesta de unidad constitucionalista o españolista? ¿Con un Pedro Sánchez que equipara a los pro-etarras y al PP en su política de pactos? ¿Con un PSOE huérfano de líderes que digan lo mismo que Felipe González, es decir, lo mismo que la derecha, sobre la unidad nacional, la Constitución y el cumplimiento de la ley?

Pero lo tercero que debemos decirle a Felipe González es que hace trampa y él también lo sabe. Felipe hace trampa cuando pasa al capítulo de propuestas y suelta aquello tan zapaterista de que no está de acuerdo «con el inmovilismo del Gobierno de la nación» y que debemos «avanzar por la vía del entendimiento» y «las reformas que garanticen los hechos diferenciales sin romper la igualdad básica de la ciudadanía». O la teoría de qué bella es la paz, que viva el diálogo y qué felices seremos cuando nos entendamos todos. Felipe sabe que eso que él llama «inmovilismo» es precisamente la defensa de nuestro sistema autonómico y de nuestra Constitución, o que el «inmovilismo» es lo que él mismo defiende en el resto del artículo. Cierto que Felipe no llega al ridículo de utilizar la palabra «federal», como si fuera una alternativa. Pero no puede resistirse a la trampa final, dirigida a los suyos, de que habría algo diferente de la derecha que ofrecer.

¿Reformas sin romper la igualdad de los españoles que satisfagan a los nacionalistas y no causen la oposición de las demás autonomías? ¿Cuáles son? Más allá de los innumerables privilegios ya concedidos a Cataluña, en materia de inversiones y financiación, por ejemplo. No existen, y Felipe lo sabe. Un artículo verdaderamente nuevo y revolucionario llegará cuando reconozca esa realidad.

EDURNE URIARTE – ABC – 01/09/15