La venganza de ETA

ETA cree que ayer se ha vengado del supuesto engaño del Gobierno y el fracaso en las conversaciones, demostrando su capacidad de amenaza. Y a los que piensen que con un asesinato -ya serían tres desde diciembre- ETA dificulta el camino de futuras negociaciones, la banda responde que gobiernos de todos los colores han ido a hablar con ella precisamente porque mata.

ETA salió del fracasado proceso de conversaciones con dos ideas fijas y obsesivas: que el Gobierno socialista le había engañado al no cumplir los acuerdos previos a los que, según la banda, habían llegado y que el PNV fue cómplice de ese engaño al ponerse del lado de José Luis Rodríguez Zapatero y no del lado del nacionalismo radical. Los dos, por tanto, eran culpables del fracaso y los dos merecedores de castigo.

Atacar al PNV directamente es algo a lo que ETA todavía sigue sin atreverse y en lugar de atentar contra los dirigentes o militantes de este partido busca su venganza por personas interpuestas: los agentes de la Policía vasca a los que ha tendido ya varias emboscadas en los últimos meses, por fortuna sin éxito hasta el momento.

Sin embargo, contra los socialistas, al igual que contra los populares, ETA sí que se atreve como lo ha demostrado en el pasado y como lo ha vuelto a poner de manifiesto con el asesinato de ayer en Mondragón. La banda terrorista anunció el 5 de junio que estaban abiertos de nuevo todos sus frentes y ello incluía, aunque no lo dijo expresamente, poner de nuevo en el punto de mira a los cargos públicos de los partidos no nacionalistas que habían sido «perdonados» por ETA dos años antes, en junio de 2005, como respuesta al acuerdo del Congreso de los Diputados que abría el camino a la negociación con el grupo etarra.

El asesinato de ayer, sin embargo, ha tenido como objetivo no a un cargo público, por modesto que sea éste, como son la mayoría de los que ejercen una concejalía en los pueblos, sino a un afiliado de base que no desempeñaba en este momento ninguna representación. Ello abre infinitamente el abanico de potenciales objetivos de los terroristas si cualquier afiliado puede ser objeto de ataque. Aunque sólo sean los ex cargos públicos los que están en el punto de mira, el atentado de Mondragón supone un reto adicional para los responsables de Interior que se van a ver obligados a reconsiderar las medidas de protección que se prestan actualmente.

La última acción terrorista culmina el camino iniciado el 5 de junio del pasado año, cuando se conoció el comunicado que ponía fin a una tregua que ya había sido rota de hecho el 30 de diciembre anterior. Después de varios intentos de matar a lo largo de los últimos meses, esta vez lo han conseguido.

Cinco años han transcurrido desde que ETA cometió el último asesinato en la Comunidad Autónoma Vasca, el de Joseba Pagazaurtundua, también militante socialista que cayó abatido por las balas de los terroristas en Andoain. Durante este tiempo, el clima de presión e intimidación sobre los cargos públicos se había relajado considerablemente y ni siquiera el anuncio del fin de la tregua había hecho reaparecer el miedo que había en los años anteriores. Lo de Mondragón, sin embargo, supone la vuelta a los peores tiempos para todos aquellos que se saben en la lista de objetivos potenciales.

ETA, tras la ruptura de la tregua, se ha encontrado con su entorno político inmerso en una crisis de falta de liderazgo como consecuencia de la persecución judicial y policial. La banda, además, ha emprendido una huida hacia adelante que se ha manifestado mediante las amenazas dirigidas en sus comunicados contra el Estado al que, según confesión propia, pretende desestabilizar. Necesitaba, por tanto, elevar el nivel de violencia aunque sólo fuera para estar a la altura de sus amenazas y más cuando buena parte de los atentados preparados tras la tregua habían sido abortados por las fuerzas de seguridad.

La banda necesita reforzar su liderazgo entre sus propias bases sociales, bastante alicaídas tal y como se ha visto en las últimas semanas, y para ello ha recurrido al procedimiento que ha funcionado en el pasado: el crimen como demostración de su capacidad como grupo terrorista. En una organización como ETA la incapacidad sostenida a lo largo del tiempo para hacer algún atentado señalado es interpretada como una muestra de debilidad y provoca desmoralización interna. En los últimos nueve meses, ETA no había sido capaz de hacer nada reseñable con la excepción del asesinato de dos guardias civiles en Francia a costa de la captura de dos de los tres presuntos autores del crimen.

Necesitaba demostrar a los suyos que puede tutear a este gobierno que, según dice, le engañó en las negociaciones y para ello ha matado a un vecino de Mondragón desarmado y sin protección. Así cree que se venga del fracaso de las conversaciones y que demuestra su capacidad de amenaza.

ETA no ha entrado a considerar si perjudicaba a un partido o favorecía a otro en la lucha por el poder porque eso no forma parte de su lógica. Esos eran los análisis que se hacían en algunos sectores políticos, pero no en ETA. Para la banda, una vez que no había conseguido de Zapatero todo lo que había creído que podía conseguir, el PSOE ya no se diferencia del PP. Y a los que piensen que con un asesinato -ya serían tres desde diciembre y no uno- ETA dificulta el camino de futuras negociaciones, la banda responde que gobiernos de todos los colores han ido a hablar con ella precisamente porque mata.

Florencio Domínguez, EL CORREO, 8/3/2008