José Alejandro Vara-Vozpópuli
  • Cuando se acabe la fiesta del fútbol, volverá la división, la envidia y los enfrentamientos. El oasis de unidad nacional en la Eurocopa habrá sido un espejismo

Por fin un paréntesis de calma en la trepidante actualidad política nacional e internacional hasta el próximo domingo día 14 cuando se celebrará en Berlín la final de la Eurocopa 2024 en la que España se enfrentará a Inglaterra. Y ello tras haber haber eliminado a seis pases, el último el pasado martes en Múnich a la Francia de Mbappé y del presidente Macron, quien menuda racha lleva, primero con Le Pen en Europa (y con 8,7 millones de votantes en las legislativas) y ahora con Mélenchon y su Frente Popular.

En Múnich, el joven de 16 años Lamine Yamal, catalán hijo de emigrantes (a los que tanto desprecian los nacionalistas catalanes y Santiago Abascal) de padre marroquí y madre ecuatoguineana, marcó un gol antológico y batió el récord de precocidad de Pelé, al tiempo que se convertía en una estrella del fútbol mundial y en una ‘divinidad’ y un ejemplo para la juventud española.

Y cabe esperar que el líder del PP Alberto Núñez Feijóo no ceda a la presión de Vox y acepte el reparto de los niños emigrantes acumulados en Canarias y cuyo coste debe soportar sin excusas el Gobierno de España.

Abascal, como el hombre de hojalata de El Mago de Hoz, no tiene corazón. Y allá él si pacta con el húngaro Orban, el amigo de Putin, pero bien haría en volver a ver la escalofriante fotografía (que conmovió al mundo entero) del cadáver postrado en la orilla de una playa de Turquía del niño sirio llamado Aylan Kurdi de tres años que se ahogó, el 2 de septiembre de 2015, cuando naufragó la pequeña embarcación en la que Aylan y su familia pretendían llegar a las costas de Europa.

Lamine Yamal (y Dani Olmo) han unido a los españoles en el entusiasmo y la esperanza de la victoria final de la Selección Española en la Eurocopa 2024, pero ya sabemos que volverá la polarización cuando se acabe la ‘fiesta’ (como dice el loco de Alvise) de estos ‘niños, bajitos e inexpertos’ de la Selección Española de los que habló con desprecio el ex portero alemán Lehmann y que resultaron ser unos gigantes y astutos ‘ratones colorados’.

Aunque, mientras tanto, Sánchez no descansa y está cerrando el pacto de Gobierno en Cataluña entre el PSC y ERC, previa entrega a los catalanes de la llave de la caja de la fiscalidad nacional y la imposición del catalán como lengua ‘vehicular’ para esas latitudes.

Sanchez está eufórico con el triunfo en número diputados del Nuevo Frente Popular de Melenchon en Francia por delante de las huestes de Macron y de Le Pen, aunque ya veremos si los socialistas galos no rompen el Frente y pactan un Gobierno con los centristas y republicanos de Macron. Lo que, en línea con lo que ocurre en España -pero sin un autócrata como Sánchez- en Francia se acabaría imponiendo una legislatura de régimen ‘parlamentario’ que obligaría a continuos pactos y negociaciones.

Asimismo, Sánchez está encantado con la victoria en el Reino Unido de los laboristas que preside Keir Starmer. Unos comicios en los que, además, el Partido Nacionalista de Escocia (SNP) ha perdido 38 de los 47 escaños que tenía en Westminster y se ha quedado en 9 y como el segundo partido en Escocia detrás de los laboristas. Lo que pone punto final al pretendido por el SNP referéndum escocés para la autodeterminación e independencia.

Y que tomen buena nota de ello Andoni Ortuzar (PNV) en el País Vasco y el prófugo Carles Puigdemont (Junts) en Cataluña, porque está claro que los populismos y polarización ideológica Internacional de ‘rojos y azules’ hunde los nacionalismos.

El perdón a los condenados por los ERE

Por ello en ERC temen repetición de las elecciones en octubre y se agarran al salvavidas del PSC. Naturalmente previó pago de sus exigencias soberanistas por parte de Pedro Sánchez con dinero, competencias o soberanía- al chantajismo catalán- o incluso con la inconstitucional Ley de Amnistía, diga lo que diga Conde-Pumpido en el TC, que rompe la igualdad de los españoles ante la Ley como lo estamos viendo con los condenados de los ERE de Andalucía.

Sánchez compró su investidura desde ese ‘centro de negocios’ en el que se ha convertido el Palacio de La Moncloa y del que disfruta para sus varios asuntos personales la esposa del presidente, Begoña Gómez, utilizando despachos, salas de reuniones (para verse con el Rector de la Universidad Complutense de Madrid, al que convocaron a toque de corneta), secretarias pagadas por el ministerio de Justicia como la ínclita María Cristina Álvarez que cobraba a los morosos las factura que se emitían desde los negocios de Begoña y los escoltas, coches oficiales y decenas de policías para sus desplazamientos.

Los business de Begoña en Moncloa

Un uso y abuso de instalaciones y dinero público que constituye, a todas luces, un delito de malversación, además de los de tráfico de influencias y corrupción. Lo que debería ser motivo suficiente para Feijóo denunciara en el Congreso -incluso con moción de censura incluida- el ‘centro de negocios’ ilegal que Pedro y Begoña han instalado en La Moncloa.

Pero Feijóo sigue hablando del ‘entorno’ y no menciona a Begoña lo que agita el rumor que circula por Madrid de que desde el primer Palacio, La Zarzuela, se le habría perdido al líder del PP ‘moderación’ con Begoña para evitar que Sánchez lance -no sabemos con qué excusa si es que la tiene- un ‘misil’ o una consulta nacional en contra de La Monarquía.

La envidia y la Princesa Leonor

Sobre todo ahora que en la Zarzuela están lanzados, quizás con exceso, en la promoción de la Princesa Leonor y en la creencia, errónea, de que las fotos y las apariciones de la heredera en televisión aumenta el número de monárquicos en España, lo que puede que sea al revés. Sobre todo en un país donde la envidia, después del fútbol, suele ser un destacado deporte nacional.

Pero ahora toca hablar de la Selección del fútbol español sobre la que, hace ya algunos, años el ex presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi le dijo a su amigo y escritor a Eugenio Scalfari: ‘Los españoles ganan en el fútbol porque su equipo se mueve y actúa como las legiones romanas: defienden unidos y en bloque y atacan unidos y en bloque’. Lo que, lamentablemente, no ocurre en la política española, ni a corto plazo ocurrirá.

La ruptura de Abascal con Feijóo huele a tongo

Aunque aparenta una ruptura y alta tensión entre Vox y el PP, la ruptura con el partido de Feijóo en cinco gobiernos autonómicos que anunció Abascal en la noche del jueves, apoyándose en la decisión del PP de aceptar el traslado de menas -menos inmigrantes no acompañados- a las CC.AA. donde gobiernan huele a tongo porque les interesa a los dos.

Y desconcierta a Sánchez que pierde así el discurso de «el PP gobierna con Vox». No en vano, PP y Vox no se necesitan hasta que lleguen unas nuevas elecciones generales. Pero la ruptura aparentemente impuesta por Abascal empuja a Feijóo hacia el centro de la política y daña las expectativas del PSOE.

A su vez, Abascal radicaliza su discurso sobre la inmigración, desmonta parte del empuje de Alvise Pérez, al tiempo que refuerza su posición en la extrema derecha del Parlamento Europeo. Y aunque ha sido Abascal el que llevó la iniciativa, podría decirse que todo esto ha sido fruto de un pacto o una simulación entre Feijóo y Abascal. O como poco, de una carambola que deja a Sánchez desconcertado porque modera la imagen del PP y Feijóo.