Las ‘derechas’ y el regreso de Aznar

 

José Antonio Zarzalejos-El Confidencial

Usar a Aznar como espantajo para meter el dedo en ojo a Rivera y Abascal y movilizar a las ‘izquierdas’ es un recurso poco creativo

No los amigos sino los más entrañables enemigos de José María Aznar le han reintroducido con trompetería en la política española. De apestado y marginado, a protagonista director de la escolanía de las ‘derechas’ formadas por PP, Ciudadanos y Vox. Supongo que el personaje estará divertido y, quizás, hasta sorprendido. La intención de muchos de sus adversarios políticos y de algunos analistas que le aborrecen no es enaltecer con efectos retroactivos la figura del expresidente del Gobierno y del PP sino, a través de la emergencia de su discurso, contagiar a las ‘derechas’ de la antipatía y adustez del personaje en el imaginario de buena parte de la opinión pública y publicada. O sea, Aznar como peligro aglutinante de la involución. Un recurso manido.

Lo que ocurre es que, por una parte, Aznar resurge porque ha tenido aciertos diagnósticos y de cálculo, y por otra, porque es víctima (relativa) de la aversión de sus contradictores que, sin pretenderlo, le sobrevaloran. Sus dianas han sido fundamentalmente dos, y ambas decisivas. Dio en ellas cuando nadie se atrevió a hacerlo y, además, era impopular proclamar según qué cosas.

La primera advertencia de Aznar resultó cierta: Mariano Rajoy estaba vaciando ideológicamente el PP y, con su Gobierno burocrático, lento y desideologizado, propiciando así el crecimiento de Ciudadanos (que apareció en la política nacional en las europeas de 2014) y quebrando la línea estratégica que él marco, y los demás compartieron, de que la derecha democrática española se mantuviese bajo el solo paraguas orgánico de las siglas populares.

La primera advertencia de Aznar resultó cierta: Rajoy estaba vaciando ideológicamente el PP y, con su Gobierno lento, propiciando el crecimiento de Cs.

Aunque el expresidente del Gobierno no se apuntó en su debe la elección dactilar de Rajoy (error ‘in eligendo’), su conclusión fue tan exacta que el PP no solo perdió por su flanco centrista sino que ahora se ha visto que la resaca del marianismo —al menos como concausa— ha fortalecido a Vox, partido con el que Aznar se muestra más conciliador de lo que debiera porque sabe mejor que nadie que el voto a Abascal era antes del PP y quiere recuperarlo.

Ni Aznar ni el PP de Casado deberían hacerse ilusiones con Vox. Abascal va a por ellos porque no caben dos gallos en el mismo corral. En varios países, determinados populismos se han merendado a las derechas europeas tradicionales y en España podría ocurrir algo similar. El aperitivo ha sido Andalucía —un trampantojo para un PP que se ha desangrado perdiendo allí seis escaños y el 30% de los votos—, pero según hemos podido conocer (véase el panel de El Confidencial) Vox depredará aún más a los populares.

Ciudadanos considera a José María Aznar un referente de los años noventa, pero no actual. Una cosa es que Albert Rivera acepte invitaciones en el Instituto Atlántico del expresidente y otra muy distinta que atienda a su estrategia más querida: la reunificación de la derecha. Ciudadanos está en el afán de sobrepasar al PP y nada más lejos de su intención que una operación de concentración, fusión o absorción. Rivera quiere el sorpaso y sus planes descartan por completo un entendimiento con los populares que no sea coyuntural mediante fórmulas de colaboración o coalición.

El regreso del expresidente es plenamente real en el seno del Partido Popular. Aznar y Casado se entienden y sienten empatía. El actual líder del PP hizo su campaña en las primarias y en el XIX Congreso frente a Soraya Sáenz de Santamaría sobre los diagnósticos contra el marianismo que verbalizó reiteradamente Aznar. Y como acertó con ellos y ganó la liza, mantiene con su anterior mentor una relación privilegiada y una colaboración activa, sin perjuicio de cuidar sus vinculaciones con Rajoy que, a la postre, le hizo vicesecretario de Comunicación. Solo en el regreso de Aznar al PP aciertan sus detractores, pero yerran al atribuirle caudillismos sobre las ‘derechas’.

No lo ha hecho como articulador de un eventual centro-derecha, sino que se ha limitado a acertar en un par de asuntos capitales y volver con ellos al PP

El segundo gran acierto del expresidente popular consistió en afirmar cuando nadie lo hizo que “antes se romperá Cataluña que España”. Hasta sus más resueltos adversarios reconocen que Aznar cinceló una previsión que se ha ido cumpliendo con creces. Y ahí estamos: en una Cataluña partida por la mitad y con una voluntad del resto de los catalanes no independentistas y de los demás españoles de no permitir aventuras secesionistas.

Esta es la verdad del ‘regreso’ de Aznar, de su vuelta a la actualidad política. No lo ha hecho como articulador de un eventual centro-derecha, sino que se ha limitado a acertar en un par de asuntos capitales y volver con ellos al PP —su partido—, en el que ha recuperado su capacidad referencial y de aportación de cuadros. Ni más, ni menos. Por lo demás, usar a Aznar como espantajo para meter el dedo en el ojo a Rivera y a Abascal y movilizar a las las ‘izquierdas’ es un recurso tan poco creativo que desmiente el ingenio de algunos discursos y de no pocas crónicas periodísticas.