Las palabras se han quedado muy cortas

VICTORIA PREGO
EL MUNDO 29/10/14

Ya no basta. No basta que, en un súbito cambio de postura, el presidente del Gobierno asuma por fin que ésta de los casos constantes de corrupción que asuelan el país por todas partes, procedentes de casi todos los partidos, es una plaga que los electores no están dispuestos a soportar más tiempo sin castigar a sus responsables de la única manera que pueden hacerlo: negándoles su voto.

Es muy tarde para aplacar con unas cuantas frases a una población maltratada por el paro, por la pobreza o incluso por los impuestos. Ahora los dos grandes partidos nacionales van a aprobar, por fin, unas cuantas medidas que pretenden dificultar la inclinación al robo y la trapacería de quienes militan en sus filas y se supone que estaban destinados al servicio público. También es tarde para eso porque las medidas propuestas llegan cuando las aguas de la indignación popular han desbordado los cauces controlables y la inundación se dirige ya a nutrir la fuerza electoral de partidos que serían decididamente dañinos para España.

Pero eso ya se ha producido y estamos ante un fenómeno desconocido hasta ahora en nuestro país: que gentes políticamente sensatas y moderadas se planteen votar a una formación como Podemos sin querer plantearse ni por lo más remoto las consecuencias políticas que tendría que ese partido naciente tuviera una posición determinante en el panorama nacional. Y no miran más allá porque no quieren. Sólo quieren gritar, con la considerable violencia que pueden ejercer con su voto en una urna, que hasta aquí hemos llegado y que este juego de la estafa sistemática, y perpetrada delante de las narices de una población hasta ahora mansa, se ha terminado.

La situación ahora mismo es crítica porque los movimientos de un pueblo suelen ser lentos, casi parsimoniosos, pero de muy difícil reversión. Y el pueblo español me temo que se ha puesto ya en marcha y que está dando progresiva e inexorablemente la espalda al partido del Gobierno y también al principal partido de la oposición, por más que éste haya decidido bajarse en el último minuto, por un cálculo de oportunidades, del acuerdo con el PP y erigirse en acusador principal. Pero el PSOE tiene un cuadro en Andalucía que no le permite tirar la primera piedra ni siquiera las piedras siguientes.

Para que la población regresara a la actitud constructiva que, a pesar de todo, mantuvo durante tanto tiempo, sería necesaria una catarsis en los partidos de una envergadura y de un alcance tal que levantara todos los velos que cubren su estructura, también la de los sindicatos, de modo que quedara al desnudo su esqueleto y pudiéramos de alguna manera volver a empezar con otros códigos, sin trampas, sin abusos, usando con respeto el dinero público como lo que es, el esfuerzo de todos nosotros. Si no se hace así, esto tendrá un difícil arreglo.