Las pistas de Rubalcaba

Si se ha logrado arrestar al duro de la banda… ¡se acabó la rabia! Es más: si los que quedan son blandos… ¿se podría volver a negociar? Pero, después de tanto camino recorrido… ¿hay blandos? A los nacionalistas les ha ido de perlas fomentar esa división como distracción y justificación de cualquier política contraria a la persecución judicial del entorno de ETA.

Después de ‘Txeroki’, vendrán otros activistas de ETA. Que su ciclo sea más o menos breve dependerá de la claridad de actitudes en los partidos políticos que buscan la derrota del terrorismo y de la voluntad de la Justicia por seguir actuando con la diligencia que está mostrando en los últimos tiempos. Vendrán otros y la opinión pública se estudiará sus abominables currículums. Si hay decisión política y habilidad en el consenso democrático, la historia les irá quitando apoyos. Pero habrá quien se entretenga en el viejo juego, tan recurrente como ocioso, por inútil, de discernir entre ‘duros’ y ‘blandos’.

El ministro Rubalcaba, que sabe más por su experiencia que por su cargo, es consciente de que los etarras pasan mientras ETA permanece. Y, quizás por eso, ha ido corrigiendo sus mensajes a medida que han ido transcurriendo los meses. De la imagen del activista ‘Txeroki’ que rompió la tregua, al del integrante de la dirección colectiva de ETA ha habido un gran trabajo de ‘cocina’, sólo superable por los entresijos de las encuestas del CIS. Resultaba demasiado frívolo y manifiestamente arriesgado aceptar como única tesis que el dirigente detenido en Francia junto a su compañera Leire López Zurutuza era el responsable de la ruptura de la tregua.

Porque si la Policía ha logrado arrestar al duro de la banda… ¡se acabó la rabia! Es más: si los que quedan son blandos… ¿se podría volver a negociar? Pero la situación de ETA, que es mecánica en su capacidad de reproducción, no está tan controlada como algunos quieren creer para aislar a los ‘duros’ de los ‘blandos’. De hecho y, después de tanto camino recorrido… ¿hay blandos? A los nacionalistas les ha ido de perlas fomentar esa división como maniobra de distracción y de justificación, de paso, de cualquier política contraria a la persecución judicial del entorno de ETA.

Mucho antes de la gestación del ‘Pacto de Lizarra’, desde el PNV (unos cuantos) y desde EA (todos) han avivado ese fuego para defender su comprensión hacia el mundo de Batasuna (al fin y al cabo unos independentistas que en su mayoría reniegan de la violencia aunque no tengan arrestos para decirlo). Con el núcleo de ETA ha ocurrido lo mismo cada vez que se ha puesto en marcha el mecanismo de la negociación entre la organización terrorista y el Gobierno.

Pero la realidad ha terminado por echar por tierra los titulares más llamativos. ‘Txeroki’, como ‘Thierry’, ahora, de la misma forma que ‘Antza’ y ‘Anboto’ en el 2004, forman parte de una dirección. Por mucho que desconfíen entre sí, por mucho que guarden el dinero lejos del otro, compartían una dirección colegiada, al fin y al cabo, que decide cuándo y cómo siembra el terror en la población, cuándo muestra el cebo de la negociación al Ejecutivo de turno y cuándo vuelve sobre sus pasos culpando al enemigo exterior de sus propias incapacidades.

Rubalcaba es un ministro hábil. Y sabe que si ponía todas sus energías en señalar a ‘Txeroki’ como el ‘duro’ de la historia, iba a dar la impresión no sólo de que ya se ha terminado el problema sino de que el Gobierno está dispuesto a aprovechar la próxima oportunidad para negociar con los etarras supuestamente ‘blandos’. El eterno retorno de lo mismo. Algunos representantes de los colectivos de víctimas del terrorismo, que se han entrevistado recientemente con el ministro, se han quedado con la percepción de que los errores de la negociación pueden volver a repetirse. Que el Ejecutivo podría volver a intentar negociar con ETA. Tienen esa impresión. Y así lo transmiten.

Un mensaje muy arriesgado para que cuaje en tiempo electoral. Eso debe pensar Rubalcaba que mide con cuidado sus palabras. Por eso, entre la calificación del presidente Zapatero sobre la detención del jefe de los comandos de ETA -«determinante», dijo- a los mensajes que ha ido dejando el ministro («la detención es importante pero ETA es fuerte todavía») se ha producido una clara corrección en la comunicación del Gobierno. El titular de Interior ya no sólo pasa por encima de la fijación sobre el detenido ‘Txeroki’ como el responsable del atentado de la T-4 sino que habla de las decisiones de «ETA en su conjunto».

¿Cuántas veces hemos oído que los jóvenes etarras más radicales quieren desplazar a los históricos de la dirección? Se impone la discreción en tiempos delicados. Faltan cuatro meses para las elecciones al Parlamento vasco. Casi con toda seguridad, ETA va dejar de tener delegados institucionales en la Cámara de Vitoria y los movimientos electorales en el bloque nacionalista son un hervidero. Los sucesores de ‘Txeroki’ tendrían que saber que les espera el mismo camino hacia la cárcel.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 24/11/2008