Las prisas de Imaz

Que los acerquen ya, pide Imaz, para bajar la presión «en ese mundo». El anterior gobierno del PP, en pleno proceso de tregua del 98, también acercó a un nutrido número de reclusos, pero, a juzgar por los acontecimientos posteriores, de poco sirvió el gesto para amansar a la fiera. Cabe esperar que ahora estemos en circunstancias distintas.

Puede ser que el avance implacable del calendario estival esté influyendo en el ánimo político. Y que a medida que se acorta la luz solar en las últimas tardes de agosto se le haya encendido el farolillo de las prisas al presidente del PNV. Pero cuando Imaz decide intervenir en un proceso del que hasta ahora se había mantenido distante, lo hace para transmitir su preocupación porque la vía hacia el fin del terrorismo termine por encallarse y se pudra irremediablemente. Hasta ahora, la partida se ha estado jugando entre dos apostadores (los socialistas de Zapatero y el entorno de Otegi). Por eso, el presidente de gobierno agradecía la prudencia con la que había asumido el mundo nacionalista del PNV y el Gobierno vasco, también el lehendakari, su papel de ‘segundón’ en esta historia. Pero estamos ya en puertas del inicio de curso. Y conviene recolocarse.

Por eso Imaz ha querido dejar clara su actitud. Porque la tentación en la que algunos seguidores de su partido empezaban a caer interpretando sus silencios estaba provocando lecturas incorrectas sobre sus definiciones. Bien sea para que Egibar tome nota y sepa que tiene que conformarse con convivir, dentro del PNV, con gente que no son tan independentistas como él, o bien porque ha querido enviar un guiño al gobierno socialista, el caso es que Imaz ha dado un paso adelante. Si de la Euskadi reunificada dice que el futuro de Navarra se tendrá que decidir en Navarra, faltaría más, y que la incorporación del País Vasco francés a la mesa de diálogo no es realista, en el sanedrín de la Moncloa le agradecerán, con toda seguridad, los servicios prestados.

Pero tampoco les incomodará que el presidente del PNV haya roto su premeditada prudencia en este proceso para apostar por un acelerón en el acercamiento de los presos de ETA. Porque se trata de un tema convulso en torno al que los socialistas no las tienen todas consigo. Imaz, sí. Que los acerquen ya. Y lo pide después de un mes repleto de fiestas con rebrotes puntuales de terrorismo callejero; por eso alude a la necesidad de bajar la presión «en ese mundo». El anterior gobierno del PP, en pleno proceso de tregua del 98 también acercó a un nutrido número de reclusos, debido a «la presión de ese mundo» pero, a juzgar por los acontecimientos posteriores, de poco sirvió el gesto para amansar a la fiera.

Cabe esperar que estemos en circunstancias distintas, sobre todo porque ETA se encuentre ya en una fase terminal y que los coches quemados que se va encontrando la policía francesa tengan que ver más con un balance de inventario que con un material de ensayo.

Mientras tanto, las garantías de libertad tienen que irse mostrando día a día. Al concejal de Llodio acusado por Batasuna de «fascista peligroso» no le bastará saber que ETA lleva tres años sin matar. Hay muchos más ejemplos.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 30/8/2006